El rincón del zoo: Diario de reflexiones - Portafolio docente de Campus Virtual UMA

El rincón del zoo: Diario de reflexiones

por Manuel
Etiquetas: diario, educación, reflexiones

En esta página publicaré mi diario de reflexiones que he ido realizando durante el Máster.

Al calor del corazón. Semanas del 1 de abril al 13

Algunas veces, cuando me pongo a reflexionar en el diario no sé qué animal poner. Ya vamos llegando al final del Máster y claro, no está todo tan transparente como antes lo estaba; ya cuesta buscar un animal para el diario.

Aún así uno se busca nuevas ideas y formas de dar forma a las reflexiones personales de lo que vamos viviendo en clase. Soy perfectamente consciente de que a veces hay que salirse de la rutina, de los animales, y buscar algo nuevo, algo distinto pero que siga simbolizando la esencia del diario. Renovarse o morir.

Por eso escogí el corazón, protagonista de muchas películas románticas y guardián de los sentimientos de las personas. Ese órgano que nos da la vida pero que también nos la quita. Ese órgano que oculta y protege nuestros sentimientos para que no sean heridos por el egoísmo y la malicia humana.

Efectivamente, el órgano de la semana es el corazón. ¿Y por qué el corazón? Pues por lo que ya he comentado: protege nuestros sentimientos y nos hace actuar con ellos también. Y es que a lo largo de estas dos semanas me he de cado cuenta de que la vocación es un sentimiento y que la profesionalidad es para mí algo que tiene cierta relación con los sentimientos y la moral del ser humano.

Empezando con las dos clases de Nieves, me gustaría destacar que hemos trabajado la relación del docente con el alumnado y también con el currículo; aunque para mí más bien es con la enseñanza. A raíz de la lectura de textos de Pepe Contreras, Hannah Harendt y María Zambrano, entre otros, hemos ido descubriendo que esto de ser docente tiene mucho que ver con los sentimientos. No podemos desligar las emociones de la educación, incluso nosotros, que somos docentes. Es inevitable pues la educación es una relación interpersonal con el alumnado y el saber.

Como bien leímos en el artículo de Pepe Contreras, la educación no es una relación unilateral, es un estar ahí con el alumnado, un vínculo, pero siempre dejando claro el rol de cada uno. Es ser humano, pero también maestro. Es ser humano, pero también alumno. A esto me quiero referir. La educación no es un proceso tecnocrático pues no somos administrativos –sin menospreciar la labor de estos-; trabajamos con personas y no con papeles, números, productos o fórmulas matemáticas. Y el trabajo con personas conlleva relación, y esto siempre hay que tenerla en cuenta pues va a condicionar el proceso de enseñanza-aprendizaje.

No me quiero centrar en la inteligencia emocional, pues estoy reflexionando sobre las relaciones del alumnado con el docente. A mi modo de ver las relaciones están ahí, ¿cómo la tomamos? Depende de la persona, de su formación y también de su moral y profesionalidad. Es entonces cuando toco algo que comenté anteriormente: las emociones y la profesionalidad. ¿Ser emotivo es ser profesional? No, pero sí, desde mi punto de vista, hay que tener en cuenta las relaciones con el alumnado para ser profesional. Quiero decir que el docente debe establecer una relación que le permita obtener mejor la información sobre el alumnado y sus progresos, también que le permita detectar dificultades de aprendizaje o elementos que condicionen a este, es decir, puede haber factores extrínsecos a la escuela que condicione el alumnado.

Aquí entra la profesionalidad, la cual la centro mucho en el factor humano del docente, es decir, ser docente es tener valores y sentimientos. Seres inertes que imparten sus clases y se marchan no son aceptados en las escuelas –o al menos no deberían ser aceptados-.

Y ojo, no es ser el amigo del alumnado, puesto que eso es perder tu posición y no es una ventaja, todo lo contrario, es una desventaja. El docente, como bien dijimos en clase, ha de cambiar la perspectiva para poder trabajar las relaciones del alumnado, así profundizar. A mi modo de ver, es plantearse qué puñetas está pasando y por qué: salirse de la escena vivenciada y descubrir la realidad: la niña o el niño tiene problemas familiares, por ejemplo. En ese momento hay que entrar como persona, hablar con la joven o el joven, apoyarle, dejar un lado el currículo y centrarse en los sentimientos y en los problemas personales. El docente no es un mero transmisor de conocimientos. La sociedad ha cambiado y la escuela también.

¿Y qué hay de la relación del docente con la profesión? Bien es cierto que estamos iniciando la relación del docente con el saber. Con Hannah Arendt y Zambrano hemos estado trabajando esto y la verdad, me quedo con esta última.

En primer lugar me gustaría empezar con los tres tipos de relaciones que Hannah Arendt propone:

 

-       La relación de labor.

-       La relación de trabajo cuya finalidad es producir para satisfacer necesidades.

-       La relación de acción cuya finalidad es relacionarse con otros seres humanos satisfaciendo el deseo de libertad de relación con otros seres humanos.

Entonces, ¿cuál es la relación del docente con la profesión? Pues hay dos tipos de vertientes:

-       La primera relacionada con la relación de trabajo, cuya finalidad es producir alumnos/as modélicos y que den muy buen rendimiento en el sistema. La docencia se ve como un mero trámite laboral para docente.

-       La segunda relacionada con la relación de acción, cuya finalidad es producir relaciones y el desarrollo integral de la persona. La docencia se ve como un elemento esencial de la vida del docente; a mi modo de ver da sentido y significado.

El primero se basa en producir objetos, en producir homogeneidad en las escuelas. El alumnado se concibe como materias primas que hay que moldear para que todas sean iguales. La relación se basa en la tecnocracia.

El segundo se basa en concebir, como bien dice la autora, en que cada ser que ha nacido es único y singular, no puede reemplazarse. Entonces, hay que procurar que en base a sus virtudes y la relación con este nuevo ser se produzca el desarrollo integral del mismo, que pueda construir su propio proyecto de vida.

En el docente está qué tipo de relación desea, qué quiere conseguir con el alumnado y cómo quiere enfocar su profesión. Según mi punto de vista, la docencia se guía más por la vocación que por el mero hecho de ser una profesión en sí. Entonces, esta vocación está relacionada con la pasión de las relaciones interpersonales que se producen con lo que se enseña y con los aprendices, es un sentimiento, algo que nos liga y algo a lo que tenemos que rendir cuentas.

 

Rendir cuentas a la llamada. María Zambrano nos supo conmover. La autora expresó que la mayor libertad que ella tuvo fue la obediencia. Todos perplejos en clase nos mirábamos los rostros y nadie entendía aquello. Menuda contradicción e incluso paradoja, decíamos muchos. Pero Nieves se encargó de decirnos que nos replanteáramos el enfoque de la frase expresada por la filósofa malagueña.

Sí, ser docente es obedecer a una llamada: la llamada de la vocación. Precioso pero cierto. Desde mi punto de vista la docencia se siente y se obedece a esa llamada. Me tira, me conmueve, la necesito obedecer. Me sentí plenamente identificado con lo que Zambrano expresó, e incluso llegué a emocionarme.

Tengo apuntado por aquí una frase muy buena que dice que no se trabaja de maestro, somos maestros. Ahí está la diferencia que he venido expresando durante todo este tiempo. Docente SE ES, no se trabaja COMO. Es distinto, es un aspecto muy diferente al de otras profesiones y esto es algo que no podemos obviar porque la vocación está presente en el ejercicio de la docencia.

 

Por otra parte, todo esto que dimos en Nieves lo puedo enlazar con el siguiente punto: la visita de Sánchez Enciso.

Hace ya varios viernes nos visitó un docente de Lenguaje de Secundaria, el cual estaba ya retirado. Nos quiso hablar sobre su visión de la educación y su propia experiencia como docente. Una vida para aprender. Así se titulaba su seminario.

Sánchez Enciso comenzó la charla con una serie de prácticas sobre hipotéticas prácticas educativas donde veíamos cómo se enfrenta un docente a la realidad de sus aulas y al currículo.

El primer texto versaba sobre un grupo de profesoras de Secundaria que estaban desquiciadas. Una explotó y llegó a la sala de profesores llorando, comentando que el alumnado pasaba de ella literalmente. Todas fueron a consolarla. Un rato después entró otra profesora, ilusionada, comentando que el proyecto que estaba llevando con esa misma clase estaba dando sus frutos. El resto de compañeras la miraron mal y la ilusionada profesora se marchó de la sala de profesores, cabizbaja y llorando.

El segundo texto versaba sobre una profesora que pretendía dar una materia pero que, al no interesarle nada al alumnado –conflictivo, por cierto-, tuvo que cambiar la estrategia y configurar un currículo más acorde al alumnado. De esta manera, y poco a poco, consiguió que el alumnado aprendiera los contenidos del currículo de una manera más especial y adaptada a sus necesidades.

Como vemos, ambas situaciones son formas de enfrentarse a la realidad educativa de un aula. Unos se invaden por el pesimismo. Este pesimismo puede verse abocado a la depresión y es provocado, a mi modo de ver, por la carencia formativa del docente y por la creencia de que se tiene que impartir su materia única y exclusivamente desde una forma. Esto provoca la frustración, la depresión y el quemarse en la docencia.

La segunda situación demuestra que un docente puede variar sus metodología y el currículo adaptándolo a las reales necesidades educativas del alumnado. Esto demuestra al docente que tiene formación y que sabe perfectamente que la enseñanza tradicional no iba a ir a buen puerto. ¿Qué sucede? Posiblemente esta profesora no se queme, ni tampoco llegue a deprimirse por el duro trabajo que está realizando, al revés, incluso le puede parecer más satisfactorio.

Dos vertientes, dos polos opuestos, dos formas de concebir la educación. Por un lado la tradicional o como diría Hannah Arendt: la de producir objetos. Por otro lado una donde se entiende a la clase única, que necesita recursos y atención especial, donde cada ser es único y exclusivo.

¿Hay que revisar nuestra cultura y práctica profesional? ¿Existe apertura hacia el cambio? ¿Los docentes ven que lo que importa es solo el currículo y no se percatan de lo que se dejan atrás? Son preguntas que me han surgido con estas dos situaciones planteadas en los textos.

Hay miedos que uno tiene que afrontar. Trabajar por proyectos, ofrecer algo nuevo al alumnado sin saber cuáles serán sus reacciones, llevar a cabo un proceso distinto de evaluación, darle un enfoque competencial al currículo, etc. Son miedos, inseguridades, sensación de estar perdidos, pero tampoco hay que ver el cambio como algo preocupante o aterrador. Quizás el cambio que haga el docente en su metodología pueda llevarse a cabo progresivamente. De la noche a la mañana no se puede cambiar radicalmente, eso está claro.

Habrá momentos duros, altibajos, momentos de máxima felicidad y otros de máxima tristeza. A veces las sensaciones serán maravillosas y otras veces uno le darán ganas a de tirarlo todo por la borda. El reto de enseñar es así. Hacer cosas distintas, es decir, innovar es arriesgar y mejorar lo que uno hace.

La clave está en que la soledad no es buena compañía para un maestro, a pesar de que es la que siempre acompaña al que hace algo distinto. Enciso señalaba que lo más duro de su carrera había sido el vacio que sus compañeras y compañeros le habían hecho durante su carrera profesional. El menosprecio, el ser tachado de loco, el mal visto… son siempre los rasgos comunes de un docente que tiene esa actitud de apertura. Asimismo quiero destacar que prefiero ser ignorado y darme cuenta de que el alumnado es feliz antes de ser aceptado por el equipo docente y darme cuenta de que el alumnado es totalmente infeliz.

Pero ante esta soledad, el docente innovador debe elaborar también una serie de estrategias que le permitan luchar contra esa marginación que sufre. Decir en los claustros lo políticamente correcto, intervenir lo menos posible o pasar de las críticas son buenas estrategias.

Bajo mi punto de vista lo que realmente va a medir la calidad de la enseñanza es la gratitud del alumnado. No quiero decir que el docente se tenga que empeñar en conseguir la simpatía de todo el alumnado, para nada, pero dice mucho que un docente sea recordado de manera positiva por el alumnado. Que te paren por la calle, te saluden, se alegren de verte o te hablen de sus vidas son síntomas que pienso que un docente lo hizo bien con esa alumna/o.

Porque para esta profesión no solo hace falta saber aplicar bien el currículo, también requiere de habilidades sociales y mucha empatía –bastante-. Como bien nos dijo Enciso, esta profesión no tiene futuro si no se pone el alma –el corazón-.

 

Y ya pasando al seminario de Saville, con su positivismo acerca de la crisis. Este prestigioso investigador nos invitó a darle un enfoque distinto a la educación del 2016.

Durante estos dos días Saville nos habló principalmente de dos cosas: del cambio de la educación y del cambio en la investigación en educación. Voy a partir de estos dos tópicos para llevar a cabo mis reflexiones.

El cambio educativo en las escuelas lleva siendo un tema bastante antiguo. Por muy nuevo que parezca esto de cambiar la escuela lleva cociéndose desde hace muchos años. Autores como Freire, Montessori, Decroly, Freinet… todos estos autores ya diseñaban metodologías rompedoras, centradas en el alumnado y el papel activo de estos.

Actualmente hay algo muy positivo a tener en cuenta y es que la comunicación entre las personas ha aumentado gracias al uso de Internet, pero también las nuevas tecnologías han posibilitado que el acceso a la información sea mucho más instantáneo y eficaz. Esto abre numerosas puertas hacia el cambio de la educación donde la escuela se ve como un estamento anticuado, alejado de la realidad que vive el alumnado y la sociedad.

Ciertamente, a mi modo de ver, la escuela se está viendo empujada hacia un cambio. Los métodos de hace décadas ya no valen en una escuela del siglo XXI. Hemos cambiado radicalmente y el alumnado lo sabe perfectamente. La escuela tiene que cambiar y la innovación ha de ser un pilar básico que produzca este cambio.

El concepto de currículo, de clase, de trabajo, de esfuerzo, de compromiso e incluso de la profesión de docente ha de cambiar. De hecho no es que haya de cambiar es que cambió hace muchos años con autores como Freinet, pero ahora se está imponiendo. Lo siento por aquellas/os que priman el status quo sobre el cambio pero no las tienen las de ganar.

El resurgimiento es la respuesta hacia la austeridad y hacia las políticas neoliberales que están invadiendo la sociedad. Hay que volver a dejar bien claro que la sociedad, el bienestar del pueblo, es más importante que los beneficios. Bajo mi punto de vista las manifestaciones han quedado obsoletas, las nuevas formas de combatir las injusticias sociales es a través de pequeños focos de lucha; la micropolítica cobra más sentido que nunca. Y esto hay que contagiarse, que cada grupo monte la guerra frente a la represión. Nosotros, el colectivo de docentes, también debemos unirnos (maestros, profesores y profesores universitarios), dejando a un lado los intereses más personales y luchar por un interés común: la educación para todas y para todos.

No podemos pedirle que los políticos solucionen esto, ni tampoco al alumnado; ni con las manifestaciones se podría conseguir algo. El cambio se produce a través de la resistencia, de la rebeldía en el aula; no queda más remedio.

Este cambio también afectará al ámbito metodológico. No se puede seguir con la desfachatez de tomar al sistema educativo y a las múltiples y variables realidades educativas como una industria, como una ciencia exacta. No, las escuelas son muy distintas entre sí, entonces no podemos generalizar. No podemos basar la eficiencia en cuanto a resultados porque estos tienen detrás una historia (desigualdad social, apoyo educativos, etc.), hay que ir más allá, promover una educación que se base en la calidad de los contextos de aprendizajes y en la lucha por la equidad e igualdad de oportunidades.

Y esto de los contextos de aprendizajes de calidad difiere mucho a la enseñanza tradicional donde el docente era el poseedor del conocimiento. Difiere porque en estos contextos el alumnado accede al conocimiento, las familias y la sociedad juegan un papel importante y la interrelación del docente con el alumnado y la sociedad es fundamental para llevar a cabo un nuevo aprendizaje de calidad y acorde a la situación que vivimos en pleno siglo XXI.

Pero, ¿qué pasa entonces con la investigación en educación? Pues que se tiene que adaptar a este modelo, donde hay tantísimas conexiones y todo está interconectado.

A la hora de llevar a cabo una tesis en educación, debe haber tres ámbitos que se toquen: acción educativa (la práctica), organización educativa y la política educativa. Tres ámbitos que son fundamentales para tratar de comprender mejor una realidad educativa y, en base a la transferibilidad, generalizar lo investigado. El mejor proceso de investigación que se amolda a todo ello es el estudio de casos, donde el investigador está dentro de la realidad, es un sujeto participante y convive en el aula comprendiéndola profundamente.

Sin embargo la investigación educativa en el siglo XXI necesita de nuevas visiones, de una cooperación otras disciplinas porque la vida es global, las disciplinas se entremezclan en nuestro día a día. No se puede estudiar un objeto aislado porque hay numerosos factores que lo condicionan. Asimismo no se puede contar solamente con la visión del investigador, es necesario más visiones que complementen y se profundice aún más en lo investigado.

¿A qué me lleva esto? A las tesis multidisciplinares, cooperativas, en equipo y donde cada uno aporta conocimiento de su especialidad. Bajo mi punto de vista, la educación se ciñe en el colectivo, el éxito de un proyecto educativo depende de la comunidad, ¿por qué aislar este aspecto de la investigación en educación? A través de la investigación cooperativa, los investigadores podrán abarcar mayor campo de estudio, profundizar e intercambiar ideas para que lo investigado y los resultados sean mucho más fructíferos.

 

Pasando a Evaluación Educativa, en estas dos semanas debo reflexionar sobre la visión panorámica y los métodos.

La evaluación en sí tiene una visión, un enfoque, un prima que guía el proceso. Por eso, Santos Guerra nos propuso que dicha visión está compuesta por:

-       La necesidad de la evaluación en sí.

-       La finalidad.

-       El contexto de la evaluación.

-       La naturaleza de la evaluación.

-       La iniciativa.

-       Las negociaciones de la evaluación.

-       Los métodos que se utilizan en la evaluación.

Visto así, pienso que estos son los ejes claves para el proceso de la evaluación. Añado que estos aspectos son el corazón de este proceso. Son las venas, las arterias, los capilares, el ritmo, la presión, la circulación… es el funcionamiento. La evaluación late vivamente, se siente, se percibe, se vive; esto no se puede dejar a un lado, tiene que tener una estructura coherente, lógica y consecuente que lleve a cabo su correcto –y ético- desarrollo.

Evaluar es tener en cuenta muchos aspectos, puesto que son estos lo que condicionan y rigen el proceso. Evaluar no puede ser un acto descontextualizado, ni tampoco verlo como una calificación inútil. Además no puede tener una finalidad oscura, de malas intenciones; tampoco puede ser antidemocrática, necesita consenso.

Ya he dicho que evaluar conlleva una gran responsabilidad. En nuestras manos está el sino de muchas personas, de muchas niñas y de muchos niños. No puede ser un acto a la ligera. Evaluar se hace con y desde el corazón.

Finalizando la reflexión de estas dos semanas, voy a cerrar con el tema de los métodos de investigación asociados a la evaluación. Creo que reflexionar sobre esto es volver a hablar sobre aspectos que ya se tocaron en el pasado cuatrimestre. Sin embargo considero oportuno comentar y reflexionar sobre algunas anécdotas que Santos Guerra nos ha brindado en estas sesiones.

Uno de las frases que más me marcaron el día 8 de abril fue la siguiente:

 

Error de pensar que todas y todos las niñas y niños fuesen como nosotros.

 

Se asiente, se admite, se acepta e incluso uno se quita el sombrero a esta gran frase. Qué gran verdad, replicaba cuando escuché esta frase. Solemos esperar mucho del alumnado, a creer que tienen nuestro nivel de conocimientos y que tendrán éxito. Solemos creer que son máquinas perfectas e incluso les hundimos con nuestro ego, sometiéndole a clases donde solo el docente se entera de las explicaciones.

No puede ser así, no hay que caer en este error gravísimo. ¿Por qué se produce? No sé, personalmente puedo decir que quizás crea que las niñas y los niños pueden llegar a ser como yo. Sin embargo, yo no soy el mejor, ni tampoco el camino profesional que escogí ha de ser el mejor para todas y todos. En absoluto, ellas/os deben construir su camino y yo ofrecerles las herramientas para que lo construyan de la mejor manera posible.

Como decía Santos Guerra, se trata de escuchar y trabajar por y para ellas y ellos. Se trata de estar ahí presente como profesional y como persona, sacando nuestro lado más humano que está en el fondo de nuestros corazones.

 

Y así cierro la reflexión, hablando nuevamente el órgano de la semana: el corazón. Personalmente la docencia es corazón… aunque también cabeza. Debe existir un equilibrio. Es conveniente que ambos órganos estén presentes para que el proceso de enseñanza y aprendizaje sea el mejor posible y nos permita desarrollar integralmente al alumnado.

 

No lo olvides, actúa con corazón en educación.

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La almejita y su concha. .Semanas del 3 al 16 de marzo

Para estas dos semanas me ha sido fácil seleccionar un animal. Lo he tenido sencillo y bien claro desde que tuvimos la clase de los ríos de aprendizaje con Nieves. En esta ocasión, para realizar el símil de las dos semanas he decidido seleccionar a un molusco: la almeja.

¿Por qué la almeja? Porque pienso que nosotras y nosotros compartimos muchos aspectos con estos peculiares animales. Uno de ellos es la concha y otro de ellos es que estos seres vivos se esconden dentro de esta para protegerse. ¿No os suena familiar? A mí sí. De hecho pienso que los seres humanos tenemos una concha invisible en la cual nos ocultamos cuando vemos que hay peligro y no salimos hasta que todo esté calmado. Curioso pero bien cierto.

Y es que estas dos semanas con Nieves han sido bastante intensas con los ríos de aprendizaje. Yo la verdad es que esperaba mucho menos de esta tarea, algo mucho menos profundo y entretenido, pero la situación dio un giro inesperado que me conmovió bastante. Escuchar los relatos de mis compañeras y compañeros han supuesto un ejercicio inconmensurable; dejar de lado nuestras conchas, desnudarnos y hacernos ver tal y como somos me ha dejado sin palabras. ¿Cuál fue la tónica común de estas dos sesiones? Las lágrimas, pero bien justificadas.

Uno se sorprende bastante al ver toda la historia que hay detrás de las personas. La dureza de las experiencias que han vivido tanto en el ámbito escolar como extraescolar –familiar y social-. Sacar todo esto para hablarlo es como despojarte de tu concha que te protege y quedarte vulnerable, quedarte puro.

De los relatos me sorprendieron millones de cosas, montones, no podría describir lo que he sentido durante estas dos sesiones, pero sí que me gustaría hacer una especie de conclusiones de lo que he estado observando en los relatos:

 

-       La primera conclusión es la capacidad de sobreponerse y luchar de mis compañeras y compañeros. Efectivamente, ellas y ellos han tenido problemas graves en sus vidas, pero han seguido luchando y seguir hacia delante. Esa capacidad de no rendirse y seguir luchando es sumamente admirable.

-       La segunda conclusión es que detrás de cada historia escolar hay otra historia –extraescolar- que marca incluso más que la experiencia educativa. Muchas y muchos hablaron de cosas que le habían sucedido en el hogar. Experiencias que les han afectado bastante en lo emocional y que incluso han condicionado sus vidas.

-       La tercera conclusión a la que llego es que hay un cierto desarraigo por lo formal en la escuela, es decir, los aspectos formales –currículo- no marcan tanto. Esto va muy en la sintonía de los artículos de Pepe Contreras, Perrenoud, etc. que he estado leyendo, donde especifican que la escuela no es solo un ámbito formal y academicista sino que en él se establecen vínculos, vivencias y experiencias con terceras personas. Totalmente cierto.

-       La cuarta conclusión y más polémica es la perversión de algunos docentes. Creo que podría apuntar incluso a maltrato psicológico o etiquetar a estas personas de enfermas mentales. Muchas barbaridades he escuchado mientras mis compañeras y compañeros exponían sus ríos de aprendizaje. Ellas y ellos han sufrido algunos tratos por parte de sus docentes que son dignos de un psicópata. Incluso castigos retrógrados que creían que habían desaparecido en los 80, han sufrido mis compañeras y compañeros.

En definitiva, la escuela es un espacio en el cual se viven muchísimos acontecimientos y que el río de aprendizaje nos demuestra cómo estas experiencias nos pueden marcar a lo largo de nuestra vida como estudiantes. Este hecho me hace reflexionar sobre los relatos que leímos de Eduardo porque van en sintonía con lo que hemos reflejado. Nuestros finales han acabado bien, pero los de aquellos chicos no. Esa es la diferencia.

Por otra parte, a lo largo de las reflexiones de las conclusiones no he querido reflejar ninguna experiencia por el hecho de guardar el anonimato de mis compañeras y compañeros. Aún así me gustaría dedicar unas palabras a esta magnífica experiencia que Nieves nos ha brindado:

-       AMOR.

-       DOLOR.

-       SOBREPONERSE.

-       ESFUERZO.

-       LUCHA.

-       OPTIMISMO.

-       DEBILIDADES.

-       REBELDÍA.

-       VARIEDAD DE EXPERIENCIAS.

-       AMISTAD.

-       ACEPTACIÓN.

-       DISCRIMINACIÓN.

-       SUPERACIÓN PERSONAL.

Se las dedico a todas y todos mis compañeras y compañeros. A ellas y ellos les debo estas palabras que fui anotando conforme escuchaba sus ríos de aprendizaje. Solamente puedo agradecerles que por un momento hayan dejado la concha a un lado y se hayan mostrado tal y como son. GRACIAS.

Cambiando de módulo, ahora me paso al de Evaluación Educativa de Santos Guerra. En estas dos semanas hemos tocado tres puntos: experiencias de evaluación, los problemas en la evaluación y la evaluación de las instituciones. El primero viene a ser una continuación de lo dado y el segundo sería como un nuevo tema que hemos empezado.

Iniciando el módulo de Santos Guerra siempre lo empiezo con la misma frase: evaluar es algo muy complejo que requiere ética y dedicación.

Las experiencias innovadoras en evaluación como la PACA o aquella de Primaria donde se trabajaba en grupo a la hora de evaluar requiere de dos elementos fundamentales: la formación del profesorado y las ganas de trabajar en equipo.

Ambos aspectos, a mi modo de ver, tienen problemas para llevarse a cabo. Por un lado la carencia de la formación del docente es algo grave. Bien es cierto que existen muchos cursos de reciclaje, de formación, etc. pero… ¿son verdaderamente eficaces? Santos Guerra ironizaba sobre esto diciendo que los cursos se hacen y ahí se quedan, en el fichero del currículo. ¿Son productivos los cursos de formación docente? Bueno, yo no soy quien para criticar o comentar esto porque no soy docente en práctica –más quisiera-, pero lo que sí sé es que el docente que entra en la profesión, es decir, que se pone a trabajar, pienso que con 3 años de carrera o 4 no es posible. Bajo mi punto de vista la formación del docente en la Universidad deberían de ser 6 años BIEN APROVECHADOS. Sí, pongo esto último en mayúsculas porque, a mi modo de ver, la formación no depende de los años sino de la calidad –aunque bien es cierto que a mayor número de años, mayores posibilidades de tener mejores docentes que te formen mucho más, al menos desde mi experiencia-.

Luego esta el efecto concha, muy ligado al animal de la semana. Este efecto lo podríamos describir como aquel proceso por el cual un docente nuevo –o antiguo- entra en la institución cargado de energías y de hacer cosas para mejorar la enseñanza y al toparse con el muro de la mediocridad se incrusta en él y forma parte de esto. Asimismo, este proceso hace que el docente se retraiga, es decir, que esconda lo que siente, lo que desea hacer, que lo oculte todo y trabaje de manera aislada, como si de una isla se tratase.

Pasando a los problemas en evaluación, Santos Guerra nos ofreció un total de doce. Nuevamente vuelvo a subrayar y poner en mayúsculas aquellas frases o palabras que me marcan y que debo de tener presente cuando ejerza la profesión. No debo olvidar de donde provengo.

A mi modo de ver, aparte de la lógica del autoservicio, la rutina, burocracia, dogmatismo, individualismo, meritocracia, malas condiciones, pereza, pesimismo, fatalismo, fagocitosis del buen docente y el desamor, aparte de estos pienso que hay otro problema y que viene de un conflicto de intereses como es la evaluación formativa y la evaluación sumativa.

Efectivamente, estos dos procesos para mí son complementarios, y pienso que no se debe satanizar ni el uno ni el otro sino que deben convivir en armonía. El problema es que hay mucha ideología o intereses de por medio. Leyendo a R. House (1986), este autor establece esta consonancia entre ambos, que deben convivir para ayudar a mejorar la educación. Sin embargo, las ideologías prevalecen sobre la educación y en este caso, el neoliberalismo y el resultadismo puro y duro devora a la evaluación formativa.

¿Carencia de formación? ¿Hay personas que meten la nariz en la educación si tener ni puñetera idea? ¿Intereses de por medio? Según mi humilde opinión todos estos factores están bien juntitos en la lucha evaluación formativa frente a la evaluación sumativa. Se traslada el mundo economista y financiero a la escuela, cuando la escuela es un mundo completamente diferente. No se puede rendir cuentas como si la producción de bienes o beneficios se tratase. La escuela no es una fábrica –al menos así la veo y así lo dice  James Coleman (19989) en su libro Inserción de los jóvenes en una sociedad de cambio, donde establece que la escuela tiene que educar y no solo instruir-. Soy de los que pienso que estamos tirando por el camino equivocado y que no nos ayudará en absoluto. El ajuste de cuentas, el máximo rendimiento, la competitividad, etc. creo que no son aspectos que les concierne a la escuela, todo lo contrario. ¿Qué queremos formar en el mundo? ¿Ciudadanas y ciudadanos del siglo XXI, la sociedad del conocimiento (Ángel Pérez), o la ley de la selva donde sobrevive el más fuerte?.

Igual pienso que la evaluación formativa y sumativa han de ir acompañadas de la mano, que una ayudará a que la otra mejore y que la otra establecerá aspectos en los que flaqueamos para poder mejorarlos. La ley de examinación continua –pesar el pollo- no hace que el pollo engorde o corrija su caminar –que mejore los aprendizajes-.

Ya cerrando el módulo de Evaluación Educativa, pasamos a la evaluación de las instituciones. Realmente no dimos mucho porque nos quedamos en la introducción solamente.

Voy a ser escueto porque ya iremos trabajando este tema en futuras semanas. De esta sesión me quedo única y exclusivamente con una frase: Hay muchas formas e ideas para evaluar pero si aplicamos una determinada, hay que fundamentarla. Considero que desde el punto de vista educativo, es fundamental decir por qué hacemos esto y no lo otro. A un docente hay que exigirle cuentas de lo que hace, que justifique lo que hace y por qué. No se puede quedar en el irracionalismo predominante en la carencia formativa de muchos docentes, ni tampoco se tiene que quedar en una mayor presión burocrática por parte de las instituciones. Se trata de que el docente trabaje y planifique la evaluación en base a una postura o un paradigma, que trabaje con coherencia.

Así doy por cerrada estas dos semanas en las cuales ha habido una excursión al María de la O y la visita del genial Gimeno Sacristán. A estos dos apartados les dedicaré un espacio específico para reflexionar sobre lo que nos ha aportado.

Para finalizar decir que posiblemente las personas tratamos de mostrarnos invulnerables y fríos ante los demás, que los sentimientos y la fragilidad humana son vistos en la sociedad como algo negativo y que se debe ocultar. Quizás por eso tengamos nuestras conchas, para defendernos de la crueldad de la sociedad.

A las almejas les pasa igual: duras por fuera y frágiles por dentro. ¿Se podrá revertir la situación algún día? No lo sé, pero opino que los docentes somos esa llave para abrir la puerta hacia un mundo mejor y más humano. Quizás algún día nos deshagamos de nuestras conchas y podamos mostrarnos al mundo tal y como somos sin miedo a ser juzgados o atacados.

  

¡Muchas gracias almeja!

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Que viene el lobo. Semanas del 10 al 21 de febrero

 

 

 


Hoy abrimos el diario de estas dos semanas con un animal que siempre se ha dibujado como un animal malévolo y peligroso. Comúnmente el lobo es el animal por excelencia para representar el papel de antagonista en los cuentos. Podemos recordar el gran cuento de Caperucita Roja y los quebraderos de cabeza que le dio el señor lobo en su trayectoria de camino a casa de su abuelita.

Siempre visto como un animal cruel, despiadado, malo y tenebroso, el lobo en educación puede tener un significado similar, es decir, la expresión que viene el lobo o verle las orejas al lobo puede valernos mucho en educación. Al fin y al cabo este temido animal nos puede ayudar a la hora de trabajar en educación. Digamos que quizás el lobo sería ese animal que nos pusiera las pilas, que nos diera un toque de atención y que nos despertara de ese letargo que es la incertidumbre a la hora de poner en marcha planes educativos.

Y esta idea de coger al lobo como animal protagonista de estas dos semanas me surgió en el taller de escritura de Laura Duschatzsky, profesora de universidad en Argentina y que cuyo taller me recordó mucho a lo que venía comentando. Su taller versaba sobre la importancia de la escritura, de tener un estilo propio, de la belleza de las palabras, de que estas representen nuestro alma y nuestra forma de haber vivido aquellas experiencias que a uno le pasan en su día a día.

La escritura nunca es fácil, de hecho, a medida que me hago más mayor me doy cuenta de que menos sé, de que es más difícil ponerme a escribir porque se me genera una gran incertidumbre en mi interior que me deja paralizado. No sé qué escribir, ni qué poner, ¿y si lo que pongo está mal? No sé. La duda me corroe, me conmueve y lo peor de todo: me hace perder tiempo y eso es lo grave.

Sí, sé que debo reflexionar y dejar a un lado el cúmulo de dudas que me ahoga en este mar de la escritura. También he de reconocer que no soy el mejor escritor, ni que puedo llegar a ser un Pérez Reverte o un Lorca moderno. Hay que asumir humildemente como es uno mismo y ponerse a escribir. Saber también que las limitaciones y los errores se pueden mejorar pues el aprendizaje no es limitado, todo lo contrario, uno puede aprender siempre más y más.

Ponerse, esa es la clave. Sentarse, mirar al teclado –o al papel- y empezar a teclear  -o a darle al boli-. De lo contrario el lobo vendrá y te comerá. Hay que escribir, hay que esforzarse por despejar todo aquel cúmulo de incertidumbres que le agobian a uno mismo. Aceptar la ignorancia y ponerse a escribir es lo más importante. Luego los errores podrán ser subsanados, e incluso se podrá mejorar la redacción y la fundamentación de lo que uno escribe.

Pero cuando uno escribe tiene que tener en cuenta que su voz, sus emociones, sus sensaciones y sus pensamientos han de ser comprendidos por los demás. Laura nos comentaba algo sobre la búsqueda de nuestra propia voz en el texto, hallar nuestro propio estilo, no perder la personalidad a la hora de escribir.

Todo esto me hace recordar a Paulo Freire y su forma de escribir y usar las palabras. Es para mí un claro ejemplo de tener un estilo propio e inconfundible. Esa forma de utilizar la palabra exterminar por ejemplo, siempre me llamó la atención. Exterminar el analfabetismo. ¿Cómo una frase tan corta puede ser tan intensa? ¿Cómo una frase puede transmitir tanto? ¿Cómo? Si Paulo Freire no hubiese tenido esa forma de escribir tan personal y profunda, dudo mucho que nos hubiese marcado a todos los docentes.

Ser uno mismo a la hora de escribir causa mucha incertidumbre. En ese momento de dudas e indecisiones es cuando debe entrar en juego el lobo. Que viene el lobo… o más bien, ponte a escribir. Lo que surja surgirá, pero ESCRIBE.

Y uno se siente así, solo frente a un abismo a la hora de escribir para el TFM. A pesar de haberme leído ya numerosos documentos, haberlos analizado y estudiado de fondo, haber extraído los aspectos más importantes según mi perspectiva, de haber leído a unos cuantos autores, de haber configurado todo para empezar… la verdad es que no encuentro el momento de escribir. Me pongo y no sé qué escribir, las dudas me comen y me aterra formar una simple frase. He hecho cosas ya, sí, pero a veces pienso si está todo eso bien, si le falta algo. Me pongo a buscar para completar y lo veo cada vez más y más complejo. Pienso que quiero dar lo mejor de mí pero que no estoy capacitado para esto y sufro, sufro por ponerlo todo correctamente

Honestamente, esto del TFM me está costando bastante. Al principio empecé con muy buen pie, puesto que solo tenía que leer y analizar todo aquello que iba leyendo. Era una tarea sencilla, fácil e incluso cómoda, a pesar de la gran densidad de datos que tenía que conocer. No me suponía ningún problema y aquello parecía como un río que fluía bien, que llevaba agua, e incluso era caudaloso. Pero ha llegado el momento de escribir y me he quedado estancado, perdido. Parece que el cúmulo de ideas que tengo en la cabeza no se pueden organizar fácilmente y eso conlleva perder a veces mucho tiempo delante de la pantalla sin saber qué poner.

No me desespero, en absoluto, aunque el lobo –fecha límite de entrega- está cada vez más cerca… He de confiar en mí mismo y salir adelante. Equivocarme no debe ser algo que deba temer sino que debe ser algo que me ayude a mejorar lo que estoy haciendo. En definitiva, espero que estas palabras las vaya cumpliendo poco a poco y me reactive nuevamente, que el fluir de la escritura se apodere de mí y pueda retomar ese ritmo que tenía unos meses atrás.

Ya casi finalizando, me gustaría hablar y reflexionar un poco sobre lo que hemos visto en el módulo de Santos Guerra.

Cada día este profesor te sorprende. No solo por los regalitos que nos hace al finalizar la clase sino también por su forma de hacer tan fácil la comprensión de la evaluación educativa. Estoy cansado de decirlo una y otra vez pero es que Santos Guerra tiene ese don de palabra, de decir algo y expresarlo de una manera que te engancha y te abstrae. Es único.

Por eso, en una de las sesiones de esta semana Santos Guerra nos habló un poco sobre los cuatro triángulos en los cuales se tendría que basar la evaluación educativa para ser una verdadera evaluación educativa. A continuación los voy a enumerar:

 

-       El triángulo de las estrategias: donde perfeccionamiento, innovación e indagación conforman los tres vértices del triángulo.

-       El triángulo de los contenidos: donde las concepciones, las actitudes y las prácticas conforman los tres vértices del triángulo.

-       El triángulo de los requisitos: donde las condiciones, los conocimientos y la voluntad conforman los tres vértices del triángulo.

-       El triángulo de los ámbitos: donde la escuela, la sociedad y la familia conforman los tres vértices del triángulo.

Creo que la racionalidad práctica y la fundamentación de la evaluación en base a los cuatro triángulos y los vértices que lo conforman es una idea muy interesante. ¿Acaso no es la evaluación un aspecto donde se interrelacionan muchos conceptos, sujetos y situaciones? ¿Acaso la evaluación y la educación no están ligadas a todos los factores externos que realmente la condicionan? ¿Acaso evaluar no es un proceso que está marcado por otros tantísimos aspectos?

Muchos se empeñan en hacer que la evaluación sea un pronceso simple, sencillo y cuantificable (R. House, 1986). Los informes de las evaluaciones externas, las reválidas o el resultadismo puro y duro de las políticas neoliberales pervierten a la educación y también a la evaluación. Evaluar no están sencillo y tan simple, ni nunca lo será. Lo social es así. En educación 1+1 quizás sean dos, quizás. No podemos afirmar con total rotundidad algo.  Igual que en la evaluación, no podemos evaluar con tal rotundidad porque puede afectar y condicionar el futuro de unos sujetos.

Estos triángulos llevan a la integración de esos factores que, a mi modo de ver, son básicos para practicar una buena evaluación.

El docente debe dominar una serie de estrategias que le permitan mejorar su práctica educativa y como no, mejorar la propia evaluación que realiza. Pero todo esto estará condicionado por lo que tiene que evaluar, los contenidos, teniendo en cuenta los tipos de contenidos y sabiendo evaluarlos correctamente. Asimismo, para evaluar hace falta requisitos que a mi modo de ver son requisitos éticos, que están muy ligados a la profesionalidad y la vocación del docente. Estos requisitos hacen que el docente tenga compromiso en mejorar sus técnicas de evaluación y de reflexionar continuamente sobre los contenidos que se van a evaluar. Por último, la evaluación se hace en un contexto determinado, donde la familia, institución e incluso los propios alumnos/as deben tener voz.

Para ir cerrando este módulo me gustaría recordar aquellos verbos para el aprendizaje. Personalmente con Santos Guerra suelo subrayar algunas cosas, otras las pongo en mayúsculas y otras las resalto aún más. Sí, porque con Santos Guerra también aprendo cosas personales; aspectos que me harán ser un buen docente y que nunca he de olvidar cuando esté en la práctica.

Seguramente, cuando esté en la práctica elaboraré una especie de mural donde ponga aquellas frases que me ayuden a recuperar el sentido de lo que estoy haciendo, evitando que me desprofesionalice. Porque a veces el ego, los nervios o las malas situaciones te pueden llevar a cometer errores fatales a la hora de tratar con el alumnado y eso hay que tratar de corregirlo, recordar que yo estoy ahí como docente por algo, porque es un deber y es una labor humana.

Estos verbos suponen para mí como un decálogo, unos diez mandamientos que no debo olvidar. Son las piezas básicas del engranaje del buen docente. Preguntarse sobre la práctica, compartir experiencias y el trabajo, investigar en nuestro método, comprender la práctica, decidir sobre lo comprendido, escribir la experiencia y difundirla, debatir sobre lo difundido, comprometerse y exigir perseverancia, creatividad y valentía cívica a uno mismo. Totalmente asombroso. Uno ve estos verbos como 10 acciones que debo tener colgada en mi clase cuando esté en la práctica. Se trata de no olvidar mi papel y mi compromiso, de no olvidar tampoco que soy profesional y también vocacional.

Se trata de no desprofesionalizarse pues el lobo, en forma de alienación, te puede comer y acabar siendo un docente quemado, sin ilusión y sin ganas de vivir lo que estás haciendo. Sumergirse en la rutina, en la desprofesionalización y en el poco compromiso hay que evitarlo a toda costa. Estos verbos son la armas para luchar contra ese lobo que es la alienación y sé que las debo tener siempre presente.

Finalmente, como hemos visto, el lobo puede ser un animal interesante para el docente. Nos ayuda a ponernos las pilas y a luchar por lo que uno cree y debe hacer. También lo podemos ver como un elemento que nos motive para luchar contra la alienación del docente. No podemos temer al lobo, tenemos que afrontarle. Ver sus orejas no tiene que hacernos temblar sino utilizar nuestras armas y amansar a ese magnífico mamífero de cuatro patas.

Poner un lobo en tu vida significa para mí afrontar los problemas, tratar de mejorar y actuar, que es lo más importante.

 

Es por eso que te agradezco tu intervención aquí, señor lobo.

 

¡Gracias!

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La araña y los problemas. Semanas del 27 de febrero al 7 de febrero

 

En estas dos semanas me ha resultado difícil pensar en un animal para plasmar las reflexiones del diario. Ya vengo diciendo que me resulta cada vez más costoso encontrar un animal que se amolde a alguna idea central. Y ahora es más porque tenemos menos horas. Pero aquí estoy, una vez más, dispuesto a presentar el nuevo animal, que resulta ser un arácnido.

Bien, la araña, ese ser vivo que a muchos le producen miedo, asco y respeto. La dama negra. La eterna cosedora. La reina de la oscuridad y de la paciencia. El arácnido de ocho patas. La pesadilla nocturna de muchos. Todo ello es la araña, un ser vivo un tanto especial.

A lo largo de estas dos semanas lo único que me he encontrado son problemas. Dificultades en la evaluación, dificultades de aprendizaje y fracaso escolar, dificultades a la hora de tomar las fotos. ¡Qué de problemas!

Pero, ¿qué podemos hacer? ¿No hay manera de arreglar todo esto? ¿Por qué surgen más y más problemas? ¿De donde surgen? ¿Quiénes lo provocan?

Lo que yo he estado pensando es que no hay que buscar a los culpables –que también-, ni frustrarse tanto con los problemas –que suele suceder mucho- sino mirar el lado bueno de las cosas.

Aquí es donde entra en juego la araña y su símil. La araña es arácnido que gracias a sus ocho patas puede andar a distintas marchas, subir los obstáculos que se le pongan en frente, agarrarse a su tela de araña, crear seda de araña y aguantarla con las patas mientras va cosiendo nuevas telas de araña… En definitiva muchas soluciones puede darle a los problemas.

Siempre se ha visto a la araña como un ser vivo feo, desagradable e incluso tétrico, pero lo que nunca nos hemos dado cuenta es que la araña sabe que con sus patas puede hacer muchas cosas y que también puede resolver muchas otras. No se de deprime ante la adversidad. Ni le importa. Hila, hila que hila; cose que te cose cose.

Por eso pienso que deberíamos aprender de la araña y afrontar los problemas que nos vayan surgiendo. Bien es cierto que nosotros solo tenemos dos manos y dos piernas, pero con ellas podemos hacer y superar los problemas que nos vayan surgiendo.

Y cuando voy pensando en esto me acuerdo de los problemas –patologías- en la evaluación. Concretamente se me viene a la cabeza el artículo que escribió Santos Guerra en el año 1998 titulado “Diario de un evaluador obsesionado”, donde narraba las aventuras y desventuras que tuvo como asesor y en la redacción del informe.

Santos Guerra contaba con todo detalle su vivencia como asesor en la evaluación de la reforma educativa que se llevó a cabo en Bolivia a principios de los años 90. Concretamente le preocupaba mucho la finalidad de aquel informe que iba a redactar y numerosas veces resaltó que debía ser dirigido para todos los ciudadanos y ciudadanas –es por eso que Santos Guerra hace fácil la educación pues la expresa de una manera muy sencilla y amena para el lector-, pero temía que no iba a ser así.

Durante su estancia allí, entrevistando a docentes, asesores, maestras, etc. se vio dando cuenta que el sistema neoliberal y las palabras tan bellas de la ley orgánica de educación boliviana no atendía a las verdaderas necesidades, a los verdaderos problemas de gran calado del sistema educativo. La desigualdad, el problema de la pobreza, la carencia formativa, las pésimas condiciones laborales de los docentes, el pésimo estado de las aulas…

Problemas y más problemas, es lo que se encontró Santos Guerra allí, pero que nunca fueron solventados por el gobierno de turno, es más, la información se la guardó y nunca se publicó para el pueblo. Pobre Miguel Ángel, tener que afrontar ese panorama resulta duro.

Y es que la evaluación da problemas puesto que es un tema polémico. A más de uno le resulta un verdadero dolor de cabeza porque sabe que es afrontar muchas cosas. Así que para evitar que a uno evalúen su trabajo, que a uno le digan que está fallando y que le hieran el orgullo, le echa las culpas al alumnado. Así pues, surgen más problemas.

Problemas que siempre tienen un origen: el alumnado. Que si son vagos, que si no están motivados, que si lo que quieren son las maquinitas, que si tal, que si cual. Todo problemas y pocas soluciones.

Como bien indica Santos Guerra: los informes de evaluación deben estar ahí para mejorar la sociedad y el sistema educativo en sí, por lo tanto han de hacerse públicos. Sin embargo esto no es así, pues el gobierno de turno siempre esconderá los datos e incluso amenazará a aquellos que osen a poner en evidencia la gestión del gobierno –e incluso la propia ideología que subyace en este-.

Porque la aplicación de la evaluación por parte de los docentes o evaluadores externos siempre genera controversia ya que la ética de la evaluación a veces se deja de lado y es la mejor herramienta para segregar e incluso sancionar.

Yo siempre he visto la evaluación como una herramienta de poder. El que evalúa tiene el poder y también es al que menos le gustaría ser sometido a la maldad e injusticias de ese poder llamado evaluación.

Eso de aceptar las críticas los docentes lo llevamos muy pero que muy mal. Y creo que es fundamental que la evaluación sea recíproca, es decir, que el alumnado también te evalúe y también considero que es necesario que la responsabilidad de los problemas del proceso de aprendizaje sea también compartida por el docente y por el alumnado. Suspender a toda una clase no debe ser síntoma de orgullo, todo lo contrario.

Y esto es el problema principal en evaluación.

Ahora cambiemos de tema y vayamos a Política Curricular con Nieves. Eso sí, seguimos con los problemas.

En estas dos semanas solo tuvimos una clase con Nieves puesto que la otra se prorrogó para el taller de la escritura, así que dimos un día entero con Nacho.

En esta sesión tuvimos a un invitado sorpresa. El redactor de los relatos que tuvimos que leer estuvo presente. Eduardo, un joven que recién acabó su tesis  la cual versaba sobre la vida escolar de tres muchachos con fracaso escolar.

La historia que me tocó a mí era muy interesante. Iba sobre un muchacho llamado Juan y su paso por el sistema educativo. Personalmente vi que la trayectoria escolar del chico estaba plagado de problemas. Problemas que el centro educativo nunca dio respuesta, ni tampoco el currículo. Esto me llevaba a reflexionar sobre la verdadera finalidad de las escuelas, si están para ayudar y educar a ciudadanos/as o solo centrarse en el ámbito curricular. Diría que está para lo segundo.

Y es que las trayectorias escolares del alumnado con fracaso escolar están plagadas de problemas. Pero seguramente también nosotros hayamos tenido problemas bien gordos cuando éramos alumnos. No se puede evitar pues en la vida por desgracia no todo son cosas bonitas y el camino está plagado de piedras y no de flores.

La cuestión es esto me lleva a reflexionar sobre cómo abordamos los problemas individuales del alumnado. ¿Realmente se abordan? ¿Realmente se atiende al alumnado como es necesario?

Nuevamente: no se abordan los problemas. Y como no se abordan, no se solucionan. Y como no se solucionan, al final pasa lo que pasa: la película acaba en tragedia –fracaso escolar-.

Por otro lado también estuvimos analizando un poco la investigación que realizó Eduardo y el enfoque que trató de darle. En base a esto quiero reflexionar un poco porque me hizo clic.

Cuando uno hace una investigación como la de Eduardo se da cuenta de que no tiene que ir con el prejuicio ni tampoco con una mentalidad cerrada. Se tiene que abrir, conocer y sumergirse en los relatos de los muchachos que poco a poco vas construyendo.

Yo la verdad es que ese papel de sumergirme sin prejuzgar nunca lo he considerado. Lo que es más, creo que incluso he fallado mucho en ese aspecto a lo largo de mi formación. Pero como dice Eduardo, la investigación al final te acaba cambiando como docente y bueno, en ese proceso de reconstrucción de esquemas supongo que estoy, no lo sé…

Este tipo de investigación no tiene un fin en sí, es decir, no va dirigida con una finalidad determinada como podría ser divulgar un proyecto y sus resultados. De hecho, solamente se basa en comprender y eso requiere esa actitud de apertura de la que antes más o menos llegué a comentar. Abrirse a conocer y dejar los prejuicios a un lado. Sumergirte en la vida de los muchachos y construir un relato. Estas son las claves necesarias para llevar a cabo con éxito este tipo de investigación.

Y ya casi para ir cerrando el diario de estas dos semanas me gustaría hablar de la sorpresa estrella que fue para mí Alfredo Hoyuelos.

No me esperaba que el taller que duró dos días fuese así. Yo iba con una opinión muy distinta, quizás me esperaba una charla más orientada a la investigación narrativa o a los aspectos técnicos de la misma.

Aquello fue bien distinto e iba de otra cosa que no tenía nada que ver. Sorprendentemente me gustó, y muchísimo.

Tan solo había que ver las caras de los que estaban allí presentes. Esa felicidad plasmadas en sus sonrisas al ver las fotos que Alfredo hizo a los bebés de 0-3 años de los distintos educativos lo decía todo.

Creo que el oficio taillerista –no sé muy bien cómo se escribe, la verdad- cobra un gran sentido en el aula. Jamás pensé que el cuidado de las fotos que le hacemos a los niños y a las niñas tuviese tanto trabajo detrás.

Ese enfoque que le dio Alfredo a su labor la vi esencial. Nunca nos preocupamos de la imagen que damos en las fotos que publicamos en los centros educativos. Pensamos que eso es cuestión de hacer clic y listo cuando las mismas fotos no dicen absolutamente nada o están hechas con muy poco cuidado.

Ya no es solo la búsqueda del momento adecuado, que también, sino de cuidar el enfoque, el objetivo, los planos, las luces, etc. Porque, como bien decía Alfredo, se trata de representar un momento o un proceso, y eso se debe transmitir con la mayor claridad posible.

Además, las fotografías han de estar cargadas de emoción y que estas sean transmitidas a los que las ven. Si no transmiten nada, es que no llegan, por lo tanto no son fotografías valiosas.

El ejercicio de hacer que una fotografía adquiera los sentimientos y las sensaciones que el alumnado está viviendo en ese momento requiere de mucha técnica a la hora de usar la cámara.

Yo la verdad es que no tengo ni la más remota idea de hacer fotos, por lo que esto se me viene muy grande. También hay que decir que estaba sorprendido ante la gran complejidad que existe en el mundo de la fotografía. Luces, planos, enfoques, zoom, modalidades, flash, etc… madre mía, pero cuánta razón tiene Alfredo Hoyuelos.

Pero el papel de Alfredo es el de representar los momentos y el día a día del aula. Esto me dio mucho que pensar y fue el mejor momento de su conferencia. Concretamente estoy hablando sobre el papel de Hoyuelos en las escuelas. Él más bien se definía como aquel que daba otra perspectiva a la educación a través de la toma de fotos. También añadió que era como aquella persona que criticaba la labor de las maestras.

Todo esto surge porque sus fotos dicen más que mil palabras, y me quedo con la anécdota que comentó sobre los proyectos educativos. Añadió que él no quiere evaluar los proyectos educativos porque son meras buenas intenciones. Mejor valorar el proyecto educativo a través de la foto de la clase, donde se dice qué clase de metodología verdaderamente se está aplicando.

Sin duda alguna las fotos pueden jugar un papel muy pero que muy importante en las escuelas. Pueden servirnos como un elemento más a la hora de reflexionar sobre nuestras prácticas para poder cambiarlas y mejorarlas. También pueden servirnos para poder dar transparencia a nuestro trabajo como docentes y el trabajo colectivo que se haga en un centro educativo.

La fotografía ofrece numerosas posibilidades que no podemos obviar. Abrir nuevas perspectivas como el uso de la captura de momentos me parece algo interesante y que puede venir muy bien para la mejora de la educación en general.

Ya para finalizar vuelvo de nuevo a la araña.

Comenté que la araña con sus patitas puede hacer una gran cantidad de cosas, pero que todas están orientadas a resolver los problemas que día a día se le presenta. Seguramente las arañas se tomarían los problemas educativos de otra manera y los afrontaría con detenimiento. Ellas son más pragmáticas, más atrevidas y saben que lo que tiene que hacer para resolver problemas es ponerse y solucionarlos.

Ellas entienden muy bien que si la evaluación es un proceso complejo y vital, saben que hay que cuidarlo. Si surgen problemas, ellas saben que hay que actuar y dejarse de chácharas.

También comprenderían que los problemas y las necesidades educativas necesitan atención. El alumnado requiere de esas necesidades educativas personales a lo largo toda su trayectoria y no escurrir el problema –cosa que hacen muchos docentes escudándose que ellos solo están ahí para dar su materia-.

En definitiva, la cuestión está en actuar y no en hablar o quejarse. Tenemos muy inculcada la cultura de la queja y así nos luce el pelo. Bien es cierto que no podremos cambiar nunca una gran estructura como es el sistema educativo pero sí que podemos actuar para mejorar lo que tenemos delante de nuestros ojos: a nuestros alumnos. A ellos son a los que les debemos y tenemos que garantizar el mejor trato y resolver todos esos problemas que se nos vayan presentando en nuestra carrera como profesional. Hay que evitar caer en la cultura de la queja y tratar de hacer cosas.

Los problemas se superan andando. No lo olvidemos.

 

¡Gracias araña!

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La belleza de la mariposa (semana del 6-10 de enero)

 

Ya hemos comenzado la segunda parte de este intenso Máster. Atrás ya quedaron aquellas tardes y experiencias que compartimos con Ángel, Encarna, María José, Kiko y Miguel. Damos paso a una nueva etapa, donde posiblemente conoceré nuevas experiencias y me sumergiré de lleno en nuevos conocimientos.

Antes de dar paso a la reflexión del diario de la manera que lo hago siempre, me gustaría aclarar qué espero en esta segunda etapa y cómo voy a enfocar el diario, puesto que ahora es necesario una modificación debido a que solamente voy dos días por semana.

Pues bien, comencemos. Personalmente, mis expectativas sobre este segundo periodo es la de seguir aprendiendo a través de la escucha de las experiencias de mis compañeros, de mis compañeras y de los docentes que me impartirán clase. Siempre he llevado muy a rajatabla aquella expresión que dice “quien calla otorga”, pues eso hago yo, callarme y escuchar mucho al resto de mis compañeros y compañeras para reflexionar.

En este cuatrimestre… bueno, en esta segunda parte del módulo. La verdad es que no sé cómo llamarlo. Bueno… que en este cuatrimestre tengo el módulo de Evaluación del Aprendizaje y el de Políticas de Innovación en Organización Escolar.. (un nombre “muuu” largo), impartidas por Santos Guerra y Nacho Rivas. Aparte de esto, he decidido asistir como oyente al módulo de Nieves, Política Curricular.

¿Y qué es lo que espero durante esta experiencia? Puf… muchas cosas. Me gustaría profundizar más si cabe en el concepto de evaluación a través de un gran experto como Miguel Ángel Santos. Conocer los entresijos de la evaluación y la innovación de esta serían cosas que me encantaría aprender.

En cuanto a Nacho, la cosa promete, su perspectiva crítica y cercana me atrae bastante. En este módulo lo que espero es entender un poco más cómo está montado el tinglado de la educación, la organización de centros escolares y del sistema educativo a nivel macro y micro. Parece ser que la profunda reflexión será el eje vertebrador del módulo.

Por otro lado, qué espero del módulo de Nieves. Pues sinceramente tenía unas expectativas que luego se han cambiado. No es que me esperara algo mejor sino algo relacionado con la coeducación (quizás lo demos, no sé…) y me he topado con la importancia del currículo en el aprendizaje. Así que lo que espero de este módulo es sobre todo la significatividad del currículo para el alumnado: los aspectos esenciales para un aprendizaje útil y funcional, que interese al alumnado y que no obvie la cultura y su transmisión.

Por otra parte, ¿qué espero de mí? Pues no sé qué decir, la verdad. A veces me veo perdido en una marabunta de libros, textos, trabajo… que no sé ni por dónde empezar. Esto hace que me agobie a veces y no vea la luz que me guíe y me haga progresar.

Quizás lo que espero de mí es no perderme tanto y ser consciente (aún más) de mis limitaciones, disfrutar también de otros aspectos y leñe, buscar trabajo, ¡qué puñetas! Jajajajajaja.

Sé que me he ido por los cerros de Úbeda pero bueno, al fin y al cabo esto es un diario personal donde he de expresar mis inquietudes, reflexiones, preocupaciones, dificultades, progreso, etc. ¿verdad? Pues lo personal de vez en cuando no queda mal.

Y bien, ¿cómo voy a organizar el diario? Principalmente basándome en las reflexiones a través de los símiles que vaya sacando para ello. Es decir, haré lo de siempre: un animal por semana e iré tocando los conceptos, reflexiones y vivencias de cada módulo. Pero claro, este cuatrimestre es un tanto especial. El TFM está ya aquí y ya lo estoy trabajando, por lo que también iré añadiendo opiniones y reflexiones acerca del progreso que vaya haciendo en esto.

 

 

Vaya… todo eso escrito y aún no he empezado con el símil de la semana, la mariposa. Osú chiquillo, estoy exhausto y aún queda la mejor parte… En fin… ¡Al lío!

La mariposa, es el insecto que representa la belleza. El dulce batir de sus alas. El contoneo de su vuelo. La suavidad con la que se posa sobre los pétalos de las flores. ¿Cómo es posible que tanta magnificencia quede representada en un ser vivo tan pequeño? ¿Cómo es posible que no existan palabras para describir con sumo detalle la belleza que tiene el volar una mariposa?

La belleza de las mariposas me recuerdan a las bellas palabras que Miguel Ángel Santos nos dedicó en la primera sesión de su módulo. Ese don tan delicado y exquisito, pero a la vez tan humilde que tiene para transmitir mensajes.

Posiblemente podríamos comparar los textos  y comentarios de Miguel Ángel a una mariposa. Bellos y enternecedores, como el volar de las mariposas en un bonito atardecer de primavera. Suave y cálido, como los colores que conforman sus alas. Pizpireto y alegre, como las continuas batidas de sus alas.

La mariposa… ese insecto que representa la belleza y a su vez la delicadeza. Delicadeza que simboliza la educación y sobre todo la evaluación. Un proceso que requiere de amor, cariño y ternura, de saber que es un proceso que necesita calor humano y que es totalmente subjetivo.

Y Santos Guerra nos lo hizo ver así una y otra vez narrándonos sus experiencias como la de cómo te defraudaría él a sus alumnos, cómo me defraudarían los alumnos/as y cómo defrauda el sistema a los dos. O aquella experiencia de la alumna que la etiquetaron como torpe. Así que no lo olvides… levanta tu dedo, corazón…Todo bien

Con este juego de palabras y esa forma de contarlo, Santos Guerra dejó claro por qué es tan carismático y por qué transmite tanto. Sus palabras, sus textos, sus ensayos, su forma de expresarse… es tan bella que sin duda alguna podríamos compararlo con una mariposa.

Sin olvidar que la subjetividad queda implícita en la evaluación. Que la comprensión de esta difiera al igual que la percepción que tiene cada persona sobre qué es una silla. Es tan difícil evaluar que es una acción que requiere mucha responsabilidad. Responsabilidad que me deja desalumbrado, impotente y que me hace reflexionar si como docente estoy capacitado para evaluar lo que hipotéticamente aprenden mis alumnos y alumnas. ¿Seré justo? ¿Seré injusto? ¿Por qué una nota? ¿Y por que esa nota? ¿Me habré dejado algo en el tintero?...

Por otro lado, curiosamente las mariposas se caracterizan por algo no muy positivo que digamos. Suelen traer mensajes de catástrofes naturales. Dentro de las teorías de las catástrofes naturales está la teoría física del efecto mariposa representado en forma de ecuación de una posible catástrofe natural.

Si bien no quiero detallarme en datos irrelevantes, me gustaría añadir que el sistema educativo me parece una catástrofe debido a los intereses particulares de unos y de otros. En Organización (así llamaré a la asignatura de Nacho Rivas) veremos posiblemente los desmanes que se producen en el sistema educativo por culpa de los intereses ideológicos que anteponen el bien común.

Y es que la educación es sinónimo de poder. Controla la educación y controlarás el redil, típico comentario que suelo soltar cuando veo a los politicuchos hablar de educación sin tener ni puñetera idea, puesto que ni han dado clases en su vida, ni tampoco se han molestado en ahondar sobre ella (salvo los informe PISA que tanto gusta).

Cuando pienso en cómo se organiza el sistema educativo a nivel macro y micro (nivel de centros) solo veo intereses individuales, apatía y carencia de formación. Es frustrante tener que hablar de estos aspectos y algo caótico también porque representan la dura realidad educativa española. ¿Podremos cambiar estos hechos? No sé, yo sé que la realidad a nivel macro no podré cambiarla nunca, pero lo que viva día a día quizás sí y es en eso en lo que me tengo que preocupar. Quizás, aportando cada uno nuestro granito de arena, la situación mejore, quien sabe…

Sin embargo, la mariposa tiene algo también muy peculiar: su vuelo. Verlas volar es ver poesía hecha en batidas de vuelo. A mí me abstrae, me deja absorto, haciendo que me evada y me quede en el mundo de mis ideas, de mis pensamientos, de mis reflexiones…

Quizás lo que Nieves nos propone en su módulo sea eso, reflexionar sobre el currículo (de aprendizaje, no el formal, que conste) y nuestra propia práctica como docentes y como aprendices.

Y sí, las mariposas con su vuelo nos conceden el privilegio de poder gozar de ese tan maravilloso momento que es el de abstraerse y pensar sobre lo que hacemos en nuestro día a día. Pensar en qué hacemos con la educación es clave. Pensar qué es cultura y cómo podemos transmitirla en tiempos modernos es clave.  Pensar en qué se considera algo como conocimiento y qué no también es clave.

Pensar en sí, reflexionar y cuestionarse son palabras que para mí van ligada al proceso de mejora de la educación, porque pensar significa preocuparse y preocuparse es clave para la mejora.

En definitiva, muchas cosas he escrito y muchas ideas he reflejado. Sé que no he tocado todas porque el diario no da para más, pero espero que haya quedado claro que lo que he vivido esta semana es la belleza de la educación, con sus cosas buenas (el tacto humano y la reflexión) y sus cosas malas (el interés por dominarla como elemento para ejercer el poder sobre el pueblo).

Sin duda alguna también le debo una a la mariposa.

 

¡Gracias a ti también, mariposa!

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El dinosaurio que dejó huella (Semanas del 25-29 noviembre y 2-6 diciembre)

 

Para iniciar el diario me gustaría destacar que esta vez se trata de una excepción. Al fin y al cabo, la primera semana de diciembre estuvo marcada por el puente y solamente tuvimos una sesión, la de Metodología con Kiko y Miguel (la cual se prolongó en la tarde del miércoles, pero vaya, fue una sola sesión). Debido a esto, he considerado que lo mejor sería juntar el diario de la última semana de noviembre con la primera semana de diciembre, puesto que en esta última fue muy breve.

Bien y el animal de esta semana es… ¡El dinosaurio que dejó huella! ¡Efectivamente! Un dinosaurio.

 ¿Y por qué el dinosaurio? Pues porque los dinosaurios en general son grandes, fuertes, robustos, con una piel como el acero y sobre todo, porque allá por donde pisan dejan su gigantescas huellas. Y esto de dejar huellas tiene también otro significado.

Comúnmente cuando nos referimos a dejar huella hacemos alusión a que nosotros hemos marcado a las personas o que algo nos ha marcado para siempre. En la vida vivimos algunas experiencias que nos marca para la posteridad y que siempre las tenemos ahí presente en el recuerdo.

Esto es algo de los que nos habló Pepe Contreras durante los dos días que estuvo con nosotros. Los maestros en definitiva deben procurar hacer ese clic en el alumnado, marcarles de por vida con alguna experiencia que tenga especial relevancia para ellos y ellas.

Sé que eso de marcar un antes y un después en el alumnado es algo muy difícil, pero que se puede lograr si tu dedicación hacia el alumnado es tan significativa como para hacerles llegar claramente el cariño y amor que tú les da.

Y eso del cariño, el amor, la simpatía y la vocación quedó plasmada en las caricias que Maribel, la directora del CEIP Nuestra Señora de Gracia, le daba a una niña mientras explicaba cómo funcionaba su centro. La ternura con la que la niña cogía la mano de la docente y ésta la acariciaba lentamente reflejaba muy bien el compromiso y el amor hacia la educación de la maestra, y la admiración de la alumna hacia la misma.

Qué puedo decir del Nuestra Señora de Gracia que no se sepa ya. Allí hice las prácticas y aquello me ha dejado huella, me ha calado hondo. Ha sido una experiencia terriblemente significativa y que siempre la guardaré en el recuerdo.

Podríamos decir que efectivamente, ese centro es un “dinosaurio educativo”. Va dejando huella en los corazones de todos aquellos docentes que creen que otra educación es posible. Seguramente a todos mis compañeros y compañeras también les haya dejado huella aquel centro.

Y es que la forma en la que está gestionada el colegio es fabulosa. La implicación del equipo docente es total y eso denota la vocación y el amor que tienen hacia la educación. Ya lo dijo el tutor de sexto, aquello para él era lo que más le gustaba y lo que más amaba.

A raíz de esa implicación y ese amor hacia el alumnado, hay que añadir que Nuestra Señora de Gracia es un centro compensatorio, es decir, va el alumnado en situación de exclusión social y es ciertamente conflictivo.

Y lo que realmente me llama la atención de todo esto es que el equipo docente que hay allí es el más vocacional que he visto en mi vida. Sin duda alguna se establece una correlación paralela entre la vocación y la dificultad de una realidad educativa. Esto me lleva a pensar qué haría el magnífico grupo de docentes del Nuestra Señora de Gracia en centros algo más “normales”, posiblemente maravillas, no lo pongo en duda.

La implicación en la educación del alumnado, el esfuerzo por llevar a cabo el proyecto de “La ilusión de vivir y crecer juntos”, la vocación, el amor hacia los niños y las niñas y sobre todo el trabajo en equipo son las claves del éxito de un proyecto de innovación y que sin lugar a dudas también dejará huella en el alumnado. Bueno, de esto último puedo decir que sí que deja huella a los niños y niñas, puesto que el alumnado que abandona el centro siempre vuelve a visitar a sus antiguos maestros/as, algo que no suele suceder en otros centros educativos.

Y ya cambiando de tema, ahora hablemos un poco sobre el dinosaurio (en el buen sentido de la palabra) de Pepe Contreras.

Para empezar me gustaría comentar que a mí Pepe no llegó a calarme del todo. Él fue el que me dio la idea de utilizar el dinosaurio y las huellas para la reflexión de estas dos semanas. Sin embargo él no pudo dejarme huella. Quizás sería por sus pensamientos tan abstractos y difusos. Quizás sería porque yo me perdía entre esa marabunta de ideas tan etéreas y complicadas de pillar. No sé, la verdad es que nunca he sido muy partidario del pensamiento abstracto y de lo que yo llamo la pedagogía del cuento (investigación narrativa-literaria, según mi opinión y que no se malinterprete, por favor).

Que sí, que la pedagogía del cuento es preciosa. Que Max Van Manen y su texto que leyó Pepe fue precioso. No lo pongo en duda, pero yo soy más pragmático y eso es algo que no puedo remediar. Es más, a mí me parece más digerible de leer a Max Van Manen, Vivian Paley, etc. que a otros educadores de reconocido prestigio.

Ya lo dijo Pepe con la anécdota del alumno que no le caló, que le comentó que para qué le servía aquello. Quizás yo sería como ese alumno, o no, quién sabe.

Pero bueno, ¡no todo van a ser aspectos negativos! Él me ha aportado conceptos y aspectos muy curiosos que no voy a dudar en comentar y reflexionar.

Para empezar me gustaría destacar lo que dijo sobre el enseñar. Debemos asumir que enseñar es como irse a la aventuras, es decir, en mi lenguaje cotidiano: enseñar es como irse a verlas venir. ¿Y por qué a verlas venir? Esto siempre me lo he planteado yo muchas veces durante mi práctica como docente.

Recuerdo que algunas tareas me funcionaban de maravilla en un primero de Primaria pero que en otro era un auténtico desastre. La sensación de frustración era tremenda hasta que un día me di cuenta de que no había una fórmula perfecta para enseñar. Y esto es a lo que Pepe hacía referencia.

La aventura del enseñar. Quizás sea la frase más idónea que pueda definir esta maravillosa profesión. Nunca sabes lo que te espera el día de mañana, pero sí debes ser consciente de que tendrás que lidiar con tantísimas variables. Y esto puede que te desespere o veas la sensación de asombro como un elemento motivador.

Ya se dijo en clase, la enseñanza es como el amor. A veces hay temporadas muy buenas; otras en las que te planteas una y otra vez dejarlos y otras en el cual la motivación está por los suelos. Creo que esto definiría bien la magia y la esencia de la educación, porque para mí ésta es amor, amor hacia la profesión y así es como definiría yo la vocación.

Tener la sensación de incertidumbre casi todo el rato es algo que hace mantener viva la llama del docente y que no podemos perder puesto que le da magia a esto de la educación.

Pero claro, el docente no puede ir sin su mochila de tareas y recursos para abordar los problemas que se le vayan planteando en clase. Lo que pretenda enseñar debe tener un sentido y una lógica puesto que el alumnado no es tonto, sabe lo que está preparado y diseñado y lo que no. Así que en base a estas experiencias es como se puede desarrollar el aprendizaje que tanto necesitamos.

Pepe para el aprendizaje usaba dos términos que me gustaron mucho. Uno es conocer, que lo relacionó con lo que uno sabe de manera superficial, por así decirlo. Otro es saber que es mucho más profundo que el conocer, es una experiencia relevante y que deja huella en el alumnado.

Así, entre una vorágine de conceptos abstractos que Pepe nos aportó, surgió uno que me llamó mucho la atención: el hueco de la alteridad. Dicho concepto está íntimamente ligado a un aspecto que creo que es esencial a la hora de desempeñar la labor como docente y que es ni mas ni menos que la reflexión de la propia práctica. ¿Podría llamarse investigación-acción? Podría, aunque Pepe nunca lo quiso llamar así.

Retomando el concepto de hueco de la alteridad, Pepe lo definió como la relación que hay con otros, el misterio que eso conlleva y la propia reflexión sobre las relaciones con los demás, en este caso con el alumnado. Esto conlleva a una reflexión continua del docente sobre su práctica educativa. ¿Lo estaré haciendo mal? ¿Por qué aquel alumno no presta atención? ¿Por qué me dijo esto aquella alumna? ¿Qué estará pasando entre esas alumnas y esos alumnos?

Pues sí, la reflexión puede conllevar a la angustia y al estrés. Pero creo que la reflexión es una herramienta que debe ser empleada por el docente de manera permanente puesto que ayuda a profundizar y a mejorar la práctica de lo que uno hace.

No caer en la frustración y tomarse la enseñanza con filosofía sería algo muy a tener en cuenta, al menos desde mi propio punto de vista, pero dejar de lado la reflexión sobre la práctica educativa sería dejar de lado los problemas que van surgiendo en clase y por lo tanto, sería dejar de lado la parte más humana de la cual esta profesión presume y se sustenta.

Bueno, y ya cambiando de tema, hablemos sobre el módulo de Metodología. Bien, qué decir, tristemente estas dos semanas han sido las del cierre del módulo. Por desgracia se acabó el compartir buenos momentos y horas y horas con Miguel y Kiko. Atrás quedaron los momentos entre corchete y corchete, de exposiciones y críticas despiadadas y sin piedad (es broma, siempre fueron cariñosas), de trabajo en grupo y puestas en común, etc. Pero bueno, no me voy a centrar en reflexionar sobre el módulo y concluir puesto que eso no toca aquí. Ya lo haré cuando tenga que valorar el Máster de manera general.

Bien, en la sesión de la última semana de noviembre tocamos las categorías. Kiko y Miguel, como buenos profes, nos mandaron los deberes para casa: categorizar un texto denominado Pernambuco, o algo así, ya no me acuerdo.

La verdad que cuando me puse con el texto delante comprendí lo complejo y subjetivo que puede llegar a ser la categorización. Puñetas, no sabía por donde meterle mano a aquello. Es más, cuantas más veces leía el texto, más confuso, perdido y liado me encontraba. Solo sé que no sé nada, como diría Sócrates en la época helena. Pues sí, así me encontraba yo, perdidísimo.

Pero tras un largo periodo de búsqueda de categorías (acabé de la formación del profesorado hasta las narices… de eso iba el texto) y de descifrar aquello (pobre becario, tuvo que pasarlo mal a la hora de transcribir ese grupo focal. Mis agradecimientos a ese becario), pude realizar unas “categoriuchas” que me permitían salir del paso, aunque yo no estaba muy convencido.

Y llegó el momento de poner en común con el grupo de lo que habíamos diseñado individualmente. Yo la verdad es que fui al encuentro con mi grupo con unas sensaciones negativas. No sabía si lo que había hecho estaba bien o mal y me temía lo peor, es decir, que no hubiese dado ni una en condiciones. Pero la cosa no fue así. Casualmente todos los integrantes del grupo coincidimos en muchas categorías, o al menos tuvimos que matizarlas un poco.

Tras la puesta en común, el diseño de las categorías y la extracción de evidencias para cada categoría, llegó la hora del juicio final. Sí, así hay que llamar al momento en el que expones tu trabajo y los demás se te echan al cuello como voraces leones je, je, je.

Tras un proceso de crítica de nuestras categorías me di cuenta de que es MUY importante que la evidencia de la categoría defina la misma. La verdad es que esto fue lo que más me marcó. No se puede poner breves párrafos que apenas digan nada sino explayarse a la hora de seleccionar uno, es decir, que sea REPRESENTATIVO. Sí, esa podría ser la palabra y la clave para una buena categorización. Al fin y al cabo lo que tiene que hacer uno con las categorías es que el lector de las mismas VEA e IDENTIFIQUE la categoría, en otras palabras, que quede todo muy clarito y “mu” bonito.

Esa crítica constructiva que nos hicieron Kiko y Miguel con respecto a esto me ha marcado demasiado. Como anécdota relacionada con esto, ahora cuando leo un libro ya no solo subrayo lo que me llama la atención, sino que pongo un post-it en la página, luego en un folio aparte pongo las referencias de lo subrayado de cada capítulo, de qué habla, que si lo otro, que si patatán, que si patatín… ja, ja, ja, ja. Me miro a mí mismo y digo “¡coño! Cómo he cambiado”, no sé si a peor o a mejor pero más sistemático sí que estoy aprendiendo a ser.

Y el último día con Kiko y Miguel llegó, qué pena, pero todo lo bueno también tiene un final. Pues sí, cerramos el módulo hablando sobre las distintas modalidades de la investigación cualitativa.

La espiral llegó a su fin hablando sobre las modalidades e interrelacionando todo lo que habíamos dado a lo largo del módulo.

Lo que me gustaría destacar  de la última sesión es la investigación-acción. Aunque quiero ser breve, me gustaría hacer un poco de hincapié en lo que ha supuesto para mí este modo de investigación.

Realmente ha sido volver a encontrarme con algo que me hizo clic hace muuuucho tiempo. Se puede decir que la investigación-acción es una vieja amiga para mí y ella lo sabe muy bien. En ella vi la clave para la mejora de mi propia práctica como docente y ya con 20 años en mi periodo de prácticas trataba de emplearla (como un mero novato, claro está).

Sin embargo los tiempos han cambiado y ya no estoy inmerso en la realidad educativa, por lo que mi amiga y yo tendremos que volver a separarnos. Es una verdadera lástima que no la pueda emplear para el TFM, pero bueno, no estoy trabajando como docente, así que hay que aceptar las consecuencias de ello. Pero desde aquí me gustaría animar a todos los que trabajan en centros públicos, concertados o privados a que utilicen la investigación-acción para su TFM porque la experiencia va a resultar ser fenomenal.

Además quiero decir que no solo la utilicen de manera formal como es en el diseño del TFM, os animo a utilizarla desde una perspectiva como docente, una perspectiva práctica y simple puesto que esta práctica ayuda, y mucho, en la mejora de nuestra enseñanza y en la calidad del aprendizaje que deseemos por el alumnado.

Y volvemos nuevamente a cambiar de tema. Para el final he querido dejar la valoración del trabajo en equipo que estamos haciendo para la experiencia de Finlandia. Que conste, no es una valoración de la puesta en escena, ojo.

Sin duda alguna el proceso ha sido bastante agotador. Hemos quedado días y días y más días para tratar de apuntalar y dejar cerrado todo los aspectos relevantes del trabajo.

La verdad es que he visto tantísimos vídeos sobre el sistema educativo finés, he leído tanto (¡en inglés y todo!), hemos hablado tanto sobre ello que tengo la cabeza hecha un bombo. Las horas que le hemos dedicado ha sido la clave para que todo fuese quedando cada vez más y más cerrado.

Lo que más me ha hecho mucha gracia es que hemos estado muy pero que muy pendientes de dejar bien atado las preguntas que aparecían en el módulo de Encarna y Ángel. “Eh, eh, ¿las preguntas? Que no nos salgamos de ellas eh… Otra vez, ¿hemos contestado más o menos esta? Que quede claro eh… Oye, hay que hacer referencias a lo que hemos dado con Ángel, que no se nos olvide… Esto tiene que estar bien justificado. Que lo que hagamos esté siempre justificado eh”. Comentarios como los anteriores han sido la tónica en las horas de quedadas para diseñar el trabajo.

El planteamiento de las actividades, la decoración del contexto, el equilibrio de las intervenciones, la interrelación de todo, etc. todos estos aspectos nos dieron más de un quebradero de cabeza.

Pero si soy sincero, me gustaría destacar que lo más curioso de todo el diseño han sido dos cosas: el que no teníamos soporte de papel (comúnmente llamado un trabajo escrito) y que la exposición fuese de dos horas (daba miedo enfrentarse a aquello). Nunca en mi vida me había enfrentado a un reto de tal calibre y gracias al trabajo en equipo, junto a mis compañeras, no viví ningún episodio de desorientación o ansiedad provocada por lo mismo.

La verdad es que el trabajo en grupo que hemos hecho para llevar a cabo el diseño y planteamiento de la experiencia de Finlandia ha sido algo que me ha dejado huella. La predisposición de mis compañeras, el compartir y debatir ideas (y re-re-re-redebatirlas), la cooperación y las ganas de aportar creo que han sido la clave para ello.

En definitiva, todo lo que deja huella son experiencias que han sido enriquecedoras. Como hemos visto, desde el CEIP Nuestra Señora de Gracia hasta el trabajo de Finlandia la experiencia y el trabajo en equipo han sido los dos aspectos más significativos que a mí me han dejado huellas.

Esto me hace pensar que dejar huella en la educación pasa por trabajar en equipo, cooperar y demostrar al alumnado la piña que son los docentes. De esta manera podemos dejar huella también al alumnado.

Y bueno, ya para ir aclarando. La siguiente entrada del diario versará sobre la exposición de nuestra experiencia y la del resto de mis compañeros/as, el cierre de los módulos de Encarna y Ángel y también el inicio de los nuevos módulos.

¿Qué nuevos animales nos esperarán? Quien sabe, hay tantos para coger y hacer símiles que a ver en cuál me inspiro, ja,ja,ja.

 

¡Muchas gracias a ti también, señor dinosaurio!

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Las hormiguitas trabajadoras (semana del 18 al 22 de noviembre)

 

Esos insectos se dedican todo el día a construir el hormiguero, a recolectar comida de toda índole, a cavar miles y miles de túneles en sus profundos hormigueros. Cuando se te cae un trocito de bocata al suelo no es raro ver al rato una hormiga tratando de llevárselo. Con todo el esfuerzo del mundo tira y tira sin cesar hasta que aparece otra hormiguita que acude en su ayuda. Así, junto a otras cuantas hormiguitas, consiguen llevarse ese trocito de pan a la madriguera para luego poder degustarlo todas juntas.

Pues sí, el animal (o mejor dicho el insecto) de esta semana es…. ¡las hormiguitas! Y… ¿por qué las hormiguitas? Una pregunta muy sencilla de responder. Si te das cuenta ellas siempre trabajan en equipo. Resulta muy gracioso ver cómo van en fila india de un lado para otro, todas se guían, todas se ayudan entre ellas, socorren a las que están en peligro, etc. reflejan perfectamente el trabajo cooperativo que nosotros, los humanos, deberíamos tener en cuenta para poder funcionar eficazmente.

Y es que las hormiguitas son así, pequeñas pero con gran corazón y conciencia de colectivo. Saben perfectamente que la clave para construir un precioso y maravilloso hormiguero es la cooperación. Dedicar todo su esfuerzo a la comunidad es el significado de la vida de estos entrañables insectos.

Sin duda alguna yo pienso que la escuela del Martinet fue creada por hormiguitas maestras, Sí, sí, tal y como lo digo. Eran solo 7 y vaya grupo. Ahí todos los docentes remaron hacia una misma dirección, con ilusión y plena consciencia de que el proyecto tendrá sus buenos y malos momentos. La verdad es que resulta impresionante lo que puede hacer la cooperación de un pequeño grupo de docentes. Creo que ahí está la clave del éxito en la educación: la unión de toda la comunidad educativa, especialmente de los docentes.

Personalmente me fascinó la experiencia del Martinet. No solo por el carácter del trabajo en equipo sino que también por el enfoque que le daban a la educación en su escuela. Nunca antes había visto un proceso así.

Pero lo que más me llamó la atención es que compartía muchos aspectos de los que habíamos tratado con Ángel en su módulo. Al alumnado se le deja una gran autonomía para desarrollar su propio proyecto de vida, también convive con el resto de compañeros y compañeras trabajando en equipo y solidarizándose con ellos (la imagen del niño ayudando a la niña me encantó) y es que trabajan contenidos significativos que parten de una realidad.

Aquello era totalmente opuesto a la escuela tradicional y esto hacía preguntarme que por qué no se desarrollan proyectos como este en otros centros públicos. La respuesta me la dio alguien, que presupongo que era docente, al marcharse del seminario. Carencia de implicación, el mal endémico que azota nuestras aulas y que encadena las buenas ideas que pueden llevar a cabo el desarrollo de la escuela del siglo XXI.

En educación resulta que siempre vemos utópico el desarrollo de nuevos proyectos que podrían ser mucho más enriquecedores para el alumnado, pero que sin embargo, y no sé por qué, siempre desechamos llevarlos a cabo. Yo creo que la cultura del docente español tiene mucho que ver en esto. Se trata de la cultura de las islitas. Muchas veces ejercer la docencia es como estar tú solo ante el peligro. Y yo me pregunto, ¿por qué estar solo? ¿No es mejor colaborar con otras personas? Efectivamente, y esto es un aspecto que estamos viendo mucho en el Máster: la clave del éxito educativo reside en la cooperación.

Yo sé que esto es un aspecto difícil y más en la docencia, donde muchos maestros y maestras no están ahí por vocación sino por un sueldo vitalicio. A raíz de esto se me viene a la cabeza una frase que dijo uno de los mejores profesores que he tenido en la facultad y en mi vida personal: tú dame a un maestro/a con pocas aptitudes pero con actitud y lo llevaré a la mejora de su práctica de docente; dame un docente con aptitudes pero con poca actitud y nunca podré hacer nada con él. Efectivamente, ahí radica el problema (y que hace que me desencante muchísimo con la docencia) en la falta de compromiso que tiene un buen número de docentes. Sin embargo no quiero criticar mucho al colectivo al que pertenezco porque vaya que se malinterpreten mis palabras, así que mejor dejo el tema.

A medida que pasan los días y aprendo más y más cosas en el Máster, me voy dando cuenta de algo muy agradable, y es que estoy rodeado de hormiguitas maestras y maestros; sí, estos mis compañeros y compañeras. Uno se siente como en el hormiguero, ¡uy!, como en casa. La forma en la cual nos estamos integrando a la hora de trabajar es un ejemplo de la implicación que tenemos todos mis compañeros y compañeras. Y esa ilusión, esa implicación, ese cambio de ideas e incluso discusión (sobre todo en el análisis interno), todos estos aspectos hacen que tenga muy claro que lo que hay en mi clase son maestros con ganas de hacer cosas. Solamente puedo desear que sigan manteniendo esa ilusión porque es lo que la educación necesita.

Dicha ilusión y formación también es necesaria para crear contextos de aprendizaje. Cuando veíamos el vídeo sobre el Pesta en clase de Ángel me entraba una sensación de angustia al sentirme impotente o falto de ideas para construir un contexto como ese. Sinceramente no creo que esté capacitado por ahora, pero tampoco hay que ahogarse en el mar del pesimismo sino salir a flote en equipo, exacto, trabajar de manera cooperativa con el resto de docentes. Estoy totalmente seguro que de esta manera sí que podré crear un contexto tan enriquecedor como el Pesta, siempre y cuando las limitaciones de la realidad lo permitan.

Por otro lado yo sé que un contexto de aprendizaje no se configura de la noche a la mañana, ni que siempre será así, tendrá que ser susceptibles de modificación, como el que diseñaron en el Martinet, que lo cambiaron en muchos aspectos; incluso hubo actividades que las desecharon y añadieron otras nuevas que resultaban ser mucho más enriquecedoras para el alumnado.

La creación de contextos y el diseño de nuevas tareas van ligadas al error, al equivocarse. No debemos tener miedo a equivocarnos juntos, sí, juntos, puesto que dentro del aprendizaje el error es un factor elemental que nos permite mejorar. Vivimos con el miedo a equivocarnos puesto que tradicionalmente esto ha sido siempre muy castigado. Con el miedo no se emprende, no se lleva a cabo nuevos e interesantes proyectos. Afrontemos los errores y afrontaremos el cambio.

Además, gracias al error es como el docente se forma. Efectivamente, gracias a equivocarnos y a la mejora en base a los errores el docente adquiere y perfecciona sus habilidades. Debemos ser conscientes de que para adquirir las competencias del docente del siglo XXI hay que pasar por el error, por equivocarnos. Es por eso que un maestro/a no debe tener miedo, ha de tirar para delante con lo que tenga y a equivocarse, pero cuando se equivoque, que haya otros compañeros y compañeras que le ayuden a salir del bache porque la cooperación es la clave.

Así son las hormiguitas, siempre trabajan en equipo por el bien del hormiguero. Ellas saben que se pueden equivocar, que un día una se puede perder, pero lo más importante es que esa hormiguita perdida sabe que el resto de sus compañeras le ayudarán a retomar el camino, a mantener intacto esa ilusión por trabajar y vivir con alegría y felicidad.

Sin duda alguna las hormigas también nos pueden enseñar muchas cosas. Así que cuando veas alguna recuerda su magnífico trabajo en equipo y que nosotros, los humanos, tenemos que tomar ejemplo si queremos una sociedad mejor.

 

Así que nada, ¡muchísimas gracias hormigas!

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El marlín negro: el pez más rápido del mundo (semana del 11-17 noviembre)


Quizás esta semana no pueda ser tan metafórico como en otras porque no he podido encontrar un animal que me abra las puertas de la imaginación y creatividad y poder así elaborar mis símiles.

 Sin embargo quiero hacer referencia a este pescado de tamaño majestuoso y un areodinamismo propio de un coche de Fórmula 1. El marlín negro es una especie única y peculiar; en realidad es el pez más rápido del mundo y puede llegar a alcanzar los 125 kms/h. Cada día me sorprende más lo maravillosa que es la naturaleza; no necesita recursos sofisticados ni tampoco majestuosos, crea animales como este, simples y elegantes. Deberíamos aprender mucho de la naturaleza, de su sencillez y extravagancia a la vez.

 Y bien, ¿por qué el marlín? Pues porque esta semana he sentido que todo ha ido acelerado en el Máster. Todo lo que hemos visto ha ido sucediéndose a una velocidad vertiginosa. Que si entrevistas y su diseño por aquí, que si exposición de las mismas e ir a morder al cuello de los compañeros/as por allá;  que también los grupos focales, que si los contenidos del sistema educativo por otro lado, que si la evaluación no es igual a calificación por aquel lado, que si el análisis interno de las fabulosas experiencias de mis compañeros/as…

 Me he sentido como si fuese a 125 kms/h (o más…), cambiando de dirección continuamente, visitando paisajes y haciendo recorridos inverosímiles en el mundo de la educación y la enseñanza. Sin duda alguna todo ha transcurrido muy rápido esta semana, pero es que todo ha sido muy, muy intenso. Ha sido como un chute de educación en vena que me ha activado y me ha revivido.

 La verdad es que no sé por dónde empezar a detallar lo que hemos vivenciado a lo largo de la semana. Quizás por Metodología estaría bien, sí, la verdad.  ¡Pues bien bien! Por ahí empiezo, puesto que es el módulo que mayor tiempo le dedicamos a lo largo de la semana. Kiko y Miguel parecen ya familiares nuestros; es lo que pasa cuando pasas tanto tiempo con un grupo. Seguramente ya estarán bien hartitos de ver nuestros caretos, sobre todo a las 4 y pico de la tarde, que no veas qué sueño, por favor.

 Con mis compañeros/as a la hora de diseñar la entrevista me he dado cuenta que aquello es mucho más complejo de lo que creía. Se Necesita de un buen tiempo a la hora de diseñar una. Pero lo que sobre todo me ha llamado la atención son los aspectos éticos y formales: compromiso, confidencialidad y anonimato. Me daba la sensación de que las entrevistas son como bebés, frágiles y suaves, que debes cuidar con mimo y cariño para que salgan bien y te aporten toda la información que buscabas.

 También me dio la sensación de que una entrevista no debe ser tan rígida como creía. Pues sí, yo era de esos de los que pensaban que ir a una entrevista era en plan como llevarte una lista de preguntas y… ¡ea, a preguntar! Pero he visto que aquello no es así. Lo que es más, me di cuenta da la importancia de este aspecto cuando le realicé la entrevista al docente [Abro corchete. Que no se te olvide: indicar que la reflexión acerca de la misma está en la página de metodología. Cierro corchete].

 Y es que aquella entrevista, en la que iba nervioso a la hora de realizarla, fue un punto de inflexión. Me percaté de aquello que decíamos en clase: lo de profundizar.

 A medida que el docente narraba su experiencia me iba profundizando más y más en el océano de su vida como docente; sentía que había mucha información muy rica que no podía dejar escapar y que tenía que desviarme para recabar todo, pese a que no estaba escrito sobre el guión que me llevé. Ahí fue el momento en que me di cuenta de que estaba absorto, inmerso, hipnotizado por la magia y el placer de entrevistar y escuchar al docente. Desde luego que recomiendo a todo el mundo que entreviste a alguien, que lo hagan desde ya puesto que no es lo mismo entrevistar a Miguel o a Kiko, que ya les conocemos de sobra, que a alguien desconocido. Es una experiencia fabulosa.

 Por otro lado, los grupos focales fue algo que hicimos de manera improvisada, puesto que no podíamos ver las grabaciones de las entrevistas realizadas a Kiko y Miguel. Tras el diseño y la posterior puesta en escena del grupo focal, me di cuenta que aquello es complejo de narices y también difícil de llevar. Madre mía, menos mal que no me tocó porque a mí se me quedaría una cara a la hora de moderar aquello que pa’ qué. ¿Difícil? Es poco…

 Pero un aspecto que me quedo de los grupos focales es la polémica. Uf, esto de crear chicha y meter cizaña me encantaría hacerlo. Ver a Kiko comentar que en los grupos focales no debe haber acuerdos entre los participantes sino desacuerdos me motivaba mucho. Es más, es que me imaginaba metiendo cizaña en un hipotético grupo focal. ¿No creéis que la LOMCE tiene algo positivo?, eso se lo diría a los docentes. Vaya, me imagino sus caras y no veas. ¿Y la típica pregunta que da bien fuerte en el costado?  Por ejemplo esta: ¿quién tiene la culpa de la educación de los niños y niñas de hoy en día: los padres y madres o los docentes? Vaya, me imagino preguntando eso en un grupo focal compuesto por madres, padres y docentes y se me hace los ojos chiribitas.

 Tanto las entrevistas como los grupos focales lo estamos aprendiendo haciéndolo. Y hay una frase que decía algo así como que cuando más aprendo es haciéndolo, ahora mismo no recuerdo el nombre del autor, pero aparecía en el libro de Ángel Pérez Gómez. Efectivamente, ¿Son necesarias aprender las conjugaciones verbales? Fue la pregunta clave que Ángel nos lanzó la semana pasada. Pero…. ¿qué pasa con la metodología de las escuelas en pleno siglo XXI? Está claro que necesita un cambio y que las nuevas tecnologías pueden suponer un apoyo fundamental que nos ayude a mejorar.

 Las distintas posibilidades que nos ofrece las TIC son una oportunidad que debemos aprovechar para enriquecer el proceso de enseñanza y aprendizaje. No podemos obviarlas y negar su influencia en el alumnado, sino que debemos introducirlas e inculcar una nueva cultura sobre su uso: el uso responsable y enriquecedor de las TIC para las personas. Se puede vivenciar experimentos virtuales, se pueden ver las alteraciones que sufren los ecosistemas, se puede ver cuánto tardaría en llegar una nave espacial a Marte, etc. Estos recursos no podemos obviarlos; la práctica debe ser uno de los ejes que vertebre la educación.

 Pero solo práctica no es posible. ¿Qué hay de la teoría? Pues también juega un papel importante. Construyamos el conocimiento a través de la práctica, pero también reflexionemos sobre el mismo. Analizar, valorar, cuestionarse y autoevaluarse son aspectos que nos conducirán hacia una mejora del sistema educativo, hacia el desarrollo de las tres competencias de las cuales siempre hablamos.

 Tampoco hay que olvidar que esta metodología del siglo XXI no puede dejar a un lado lo más importante: la cooperación. El ser humano es un ser social, por lo que está y estará condenado a la interrelación con el resto de sus semejantes. Así que no podemos promover una escuela individualizadora para un mundo cada vez más conectado, donde las personas dependen más y más de los demás. Hay que promover el trabajo en equipo, una resolución de los problemas que se le plantee al alumnado en base a este tipo de trabajo.

 Sin duda alguna, otro concepto que crea (y creará) siempre polémica es la evaluación. De esto podría hablar muchas y muchas horas puesto que es un tema que me encanta. Decir solamente que evaluar no es calificar, términos que se confunden mucho (¿interés de por medio?). Ni tampoco evaluación continua significa calificación continua, que casualmente esto último se aplica mucho en los centros educativos.

 Desde aquí quiero recalcar que no hay que estigmatizar a un instrumento de recogida de información como son los exámenes. Sin embargo quiero añadir que la recogida de información sobre el aprendizaje del alumnado no solo puede centrarse única y exclusivamente en los exámenes. Entonces, ¿por qué se centran los docentes en ellos? Sí, resulta triste recordar mi época como estudiante de Secundaria, concretamente cuando preveíamos las notas. Yo he sacado un 7 y en este un 9. Mierda, un ocho de media, no me da para sobre, ya lo verás. Y luego venían los boletines donde se reflejaba aquel 8 de media.

 Pero, ¿dónde quedan la evaluación formativa? ¿Y los otros instrumentos para la recogida de información? Este proceso del aprendizaje lo que refleja, a mi modo de ver, es el poco compromiso que tienen algunos docentes a la hora de llevar a cabo una evaluación mucho más enriquecedora, y bueno, también llevar a cabo una calificación mucho más justa. Es por eso que me gustó mucho aquello del informe de evaluación que Ángel Pérez nos comentó el viernes. Mientras lo explicaba yo pensaba que eso debería ser así, al menos intentarlo en la mejor medida de lo posible. ¿Es posible? Pues sí. ¿Requiere trabajo? Efectivamente. ¿Hay docentes que estén dispuestos? Pocos, ahí radica el problema.

 Y ya por último me gustaría agradecer personalmente el contraste interno realizado junto con mis compañeros y compañeras. De ellos y ellas me gustaría hacer especial mención a la riqueza de sus relatos, las cuales he podido conocer un montón de ideas, de sentimientos encontrados y de problemas. Personalmente he valorado mucho esta actividad porque es donde uno se da cuenta que cada centro educativo es un mundo, pero no solo eso sino que también me percaté de las increíbles experiencias que viven mis compañeros y compañeras.

 No puedo negar que al leer a aquellos compañeros/as que están trabajando en activo no se me hayan puesto los dientes largos. Pero también no puedo negar que al leer sus relatos me haya entrado esa sonrisa que tienen los niños/as, esa sonrisa de ilusión y alegría al conocer que hay personas que les gusta su trabajo y sienten pasión por lo que hacen. No sé qué decir del contraste interno, son muchas cosas que podría detallar, pero me quedo con lo enriquecedor que ha supuesto el proceso.

 Ya para finalizar me gustaría añadir que ha resultado curioso que en el contraste interno teníamos unos ejes que tocábamos todos. Por ejemplo el de la cohesión del equipo docente, aspecto del cual nos dimos cuenta que es vital para que un proyecto salga hacia delante.

 En fin… veo que me queda muchas cosas por aprender y que, cada día que pasa, me doy cuenta de que sé menos. Me siento un ignorante en esto de la educación, oye; todo el día aprendo algo interesante.

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El búho observador (semana del 4 al 10 de noviembre)

 

Posado en un árbol se queda observando durante horas y horas. Permanece siempre quieto. Sus grandes y redondeados ojos como platos se dilatan y se contraen a la velocidad del sonido. No se le escapa ni un ápice de lo que observa pues mantiene su mirada focalizada en un solo punto: aquello que desea conocer y comprender.

Pues sí, el búho ejerce la profesión de observador y vaya observador. Ha sido galardonado muchas veces: que si el premio al mejor búho revelación, que si el Óscar por el mejor documental de observación, que si tal, que si cual… en definitiva, el búho es un experto en esto de observar.

Antes de salir a trabajar nunca se olvida de coger una grabadora y un cuaderno para apuntar todo lo que observa durante la sesión de trabajo.

El búho es pizpireto e incluso puede parecer algo desenfadado, pero el ave de plumas pardas y pico curvo es un profesional de los pies a la cabeza, pues su profesión se la toma con severa seriedad.

Empieza su trabajo. Se posa en un árbol, se hace una bola y se pone a observar detenidamente. Primero examina detalladamente toda la situación y luego focaliza en un punto o situación determinada que esté surgiendo en el escenario donde él está. A partir de ahí empieza a coger notas y notas, describiendo con todo detalle lo que desea comprender. “Debe estar clarísimo. Que lo entienda hasta un pollito de búho, vaya”, se dice a sí mismo siempre que empieza a anotar.

Y poquito a poco con sus plumas remeras de su ala izquierda construye un profundo y exhaustivo relato de todo lo observado en la sesión de hoy.

Un día estaba yo tratando de realizar una observación para comprender una realidad, en concreto el proceso de la elaboración de un muffin por parte de mi hermana. Entonces quise consultar con el experto en observación, el sabio y competente señor búho. Así que quise entrevistarle y el pájaro me dejó boquiabierto:

(ATENCIÓN: todo lo que viene a continuación es la entrevista transcrita al español de los ululatos que tuve con el señor búho).

-       Buenas tardes, señor búho- le dije.

-       Buenas tardes, señor humano- me contestó sonriente.

-       Veamos, me gustaría saber cuál es el procedimiento que usted utiliza para llevar a cabo una observación y comprensión de una realidad. ¿Cómo lo hace? Usted tiene prestigio en el tema y qué mejor que usted me eche un cable- le pregunté.

-       La cuestión no es cómo realizo la observación. La cuestión es cómo has aprendido tú- me dijo frunciendo el seño, levantando el ala izquierda, acercando su pico hacia ésta y clasificando sus pequeñas plumas situadas en el costado izquierdo.

-       ¿Cómo?- le comenté mientras iba encogiendo poco a poco los brazos y cambiando paulatinamente mi expresión hacia una de asombro e incredulidad.

-       Seguro que nunca has hecho una observación en tu vida y lo que has aprendido ha sido leyendo y memorizando cómo se hace una observación ¿Me equivoco?- me comentó el búho mientras caminaba despacio sobre la habitación, mirando de izquierda a derecha como si tratara de buscar algo que se le había perdido.

-       Pues me he mirado la teoría de la observación de los búhos. Saqué un 9 en el examen y tengo aquí un esquema que me dio el profe para llevarlo a cabo, aunque solo lo memoricé para aprobar y listo- añadí mientras iba sacando progresivamente, de uno en uno todos los documentos a los que yo hacía referencia.

El búho en seguida estalló a carcajadas y no paraba de hacer comentarios jocosos con respecto a lo que yo le respondí. Me comentó que él es competente en la observación porque aprendió a través de la práctica. “El lenguaje no se aprende estudiando solo gramática, sino que se aprende hablándolo, escribiéndolo, leyéndolo y escuchándolo”, añadió.

Pues sí, estaba en lo cierto. ¿A quién se le ocurrió la idea de enseñarme a observar desde la teoría y no desde la práctica? ¡Menuda escuela desfasada tenemos! ¡Soy un incompetente en esto de la observación! ¡Qué agobio!

Cuando tuve aquella entrevista con el búho, me dio la sensación de que él SÍ era n animal competente. Y cuando quiero decir que lo era, me refería a que él ha adquirido las tres competencias de las que tanto nos ha hablado tanto Pérez Gómez. Además, su experiencia hacía que su pensamiento práctico estuviese tan bien conformado que alucinaba pues observé una sesión de su trabajo y me dejó impresionado.

A él no le hacía falta anotar todo lo que tenía que hacer y guiarse por lo que estaba escrito en un guión. Él lo hacía todo desde la intuición, desde la automatización del proceso; era maravilloso cómo se desenvolvía y ejercía tan bien su profesión. Sin palabras me quedé al ver cómo la experiencia del búho en la observación era maravillosa y le garantizaba un trabajo bien hecho y cohesionado.

Una semana después de la entrevista fui a visitarle. Había encontrado un nuevo trabajo: maestro dentro de un proyecto de lessons studies. Tenía que colaborar para hacer sesiones con otros maestros de mi mismo curso y luego observar la puesta en práctica de la misma. Como vi que aquello iba sobre observar y analizar sesiones de clase de otros compañeros/as, fui a decirle que me echara una mano a la hora de llevarlo a cabo.

Me llevé una grandísima sorpresa cuando el búho me dijo no tenía ni idea. “Yo solo soy un mero observador de realidades. No puedo analizar procesos metodológicos de la enseñanza pues no me dedico a ello. ¿Qué sé yo de si se da bien una clase o no? Claro que podría construir un relato, pero eso de lo que me hablas (lesson study) es algo más, es tener que profundizar  analizar unos conceptos que yo no domino”, me dijo mientras asentía continuamente.

Si ves algún día por la noche ves a un búho o lo escuchas ulular, seguramente este estará trabajando en la observación. Ellos permanecen en una frondosa rama mirando a todo su alrededor, comprendiendo la realidad y cuando la noche termina, ellos vuelan a sus respectivas madrigueras para relatar todo lo que han observado con detalle y en profundidad.

Pero aunque ellos siempre han sido considerados como animales muy sabios, son conscientes de que no son expertos en muchas cosas y con humildad afirman sus limitaciones. Su sapiencia les lleva a reconocer sus desconocimientos, pero tienen motivación por aprender y mejorar, tienen ese compromiso que es necesario también en la docencia, en el desarrollo de nuevos procesos de innovación como las lessons studies.

¿Seremos algún día como los búhos? ¿Algún día estarán los docentes comprometidos con la labor que tienen que ejercer? No lo sé, quizás sí o quizás no, pero lo que sí sé es que tenemos mucho que aprender de los búhos.

 

¡Gracias señor Búho!

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La tortuga paciente (semana del 14-20

Sin prisa pero sin pausa, piano piano, take it easy, pokito a poko voy entendiendo… Pues sí, la tortuga representa todas estas expresiones y muchísimas más, tantas que podría estar escribiéndolas hasta Año Nuevo jejeje. Bueno, entonces, ¿por qué he seleccionado a la tortuga como el nuevo animal de la semana? Esa es la gran duda que muchos os estaréis preguntado. Pues la he seleccionando porque representa perfectamente todo lo que hemos dado esta semana. Ahora explico el porqué.

La tortuga es paciente, pasito a pasito va caminando, come despacito, tranquila y sin estrés. No se desespera, sabe que el camino es largo y no pasa nada por ir despacio, sabe que la meta tarde o temprano se alcanzará. La educación es igual. Nosotros, los docentes, debemos tener paciencia a la hora de iniciar nuestros proyectos y un claro ejemplo lo hemos visto con las Escuelas Aceleradas en el módulo de experiencias. Efectivamente, los proyectos no pueden dar resultados de la noche a la mañana, y eso es algo que el ser humano ha olvidado por completo.

 Vivimos en la era del resultadismo, del quiero todo ya y al instante, del YA y el  AHORA . ¡Pacieeeeencia! Ese atributo es la clave, la paciencia, y la tortuga bien lo sabe. Con esta virtud la educación puede lograr sus retos, iniciar una nueva andadura hacia una escuela más democrática, más actual y en donde todos los que participan se sientan especialmente satisfechos con la labor que tienen.

Pero esta virtud de este encantador reptil no solo se aplica a la hora de iniciar un proyecto nuevo como el de Escuelas Aceleradas, sino que también es extrapolable a la hora de diseñar y desarrollar un proyecto con otras personas, como por ejemplo un cuestionario, ¿por qué no? ¿por qué no escuchar a los demás y tener paciencia? Sí, en eso estuve pensando cuando estábamos realizando las preguntas de nuestro cuestionario.  Gracias a mis compañeras y compañero de grupo me he dado cuenta que la paciencia es una virtud que deberíamos tener todas las personas, si realmente queremos llevar a cabo buenos proyectos a largo plazo.

No solo la virtud me ha servido a la hora de compenetrarme con mi grupo, el ESCUCHAR fue fundamental. La verdad es que me he enriquecido muchísimo con las ideas y conocimientos que me han ido aportando mi grupo a lo largo pero intenso desarrollo del cuestionado.

También me gustaría destacar que la tortuga es un animal lento  que va a su ritmo. Esto me hace recordar la moraleja del conejo y la tortuga. El conejo se solía burlar de la tortuga por ser lenta y un día le retó a una carrera. ¿Sabéis quién ganó al final? Pues a pesar de que el conejo era más rápido, ganó la tortuga. ¿Y sabéis muy bien por qué? Porque la tortuga era constante y el conejo era díscolo y vago, por eso perdió. Pues sí, la tortuga refleja un ritmo de aprendizaje distinto, más pausado pero continuo. Simboliza lo que para mí es un ritmo de aprendizaje más lento pero a la vez igual de enriquecedor que el de los demás. ¿Y con esto a qué me vengo a referir? Pues cuando veíamos los globos caer a distintas velocidades, describiendo distintas trayectorias en el vuelo, siendo golpeados de diversas formas, etc. me recuerda un poco a que todo el mundo tenemos un aprendizaje distinto pero que, integrándose todos puede ser un aprendizaje muy enriquecedor para todos y todas.

Y ya por último me gustaría destacar que yo creo que las personas son como las tortugas. Sí, digo esto porque creo que también tenemos un caparazón donde nos escondemos ante cualquier peligro, amenaza, miedos, etc. Dicho esto, el caparazón representa la intimidad de las personas y ahí ocultamos nuestros deseos, miedos e incluso inquietudes.

Pero aparte de esta metáfora, me gustaría realizar otra, y es que pienso que los docentes y sus aulas son iguales que las tortugas. Los docentes cierran sus puertas y no dejan entrar a nadie en su aula, se esconden en su caparazón y muchas de las buenas e innovadoras ideas que practican en clase podrían ser muy enriquecedoras para el resto de los compañeros/as. Solo las comparten en privado, en un círculo muy pequeño de allegados cuando podrían hacer públicas sus experiencias ya que, según mi punto de vista, podrían enriquecernos todos/as mutuamente y lograr que la calidad de la educación en nuestras escuelas incrementara considerablemente.

Las vueltas que da la vida… durante esta semana he tenido algunos problemas con la pecera de mi tortuga y veo que realmente estos bichejos nos pueden decir muy mucho, que incluso compartimos algunas similitudes.

Finalmente en educación a mí me gustaría ser una tortuguita sin caparazón, pero hay veces que cuando hago algo nuevo o propongo una nueva actividad para el alumnado, el resto de mis compañeros de docencia de la escuela me atacan y recriminan mi actitud. Desgraciadamente lo único que puedo hacer en esas situaciones es esconderme, esperar a que aparezca alguien que comparta mis inquietudes y en privado, enseñarle todas mis buenas prácticas educativas, haciendo que vuelva a ilusionarme nuevamente por la educación, como un crío con un juguete nuevo. Ojalá algún día nos quitemos nuestros caparazones porque eso significaría que todos y todas veríamos con buenos ojos el compartir nuestras experiencias innovadoras y estaríamos deseosos por APRENDERLAS y aplicarlas con nuestro alumnado.

 

¡Gracias tortuga!

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El murciélago verde (semana del 7-11)

 

Para comenzar con  la entrada semanal en mi diario personal me gustaría destacar al murciélago de color verde. Él, desgraciadamente, es el animal de la semana y detallaré las razones por la cual le he escogido.

La idea de su elección me surgió de una frase que Kiko dijo el miércoles en Metodología: “¿Qué tal?... ¿Mal?... Es normal. Seguramente sentiréis que tenéis murciélagos en la barriga en vez de mariposas. Y duele los bocados que pegan con sus colmillos, ¿verdad? “

Y digo que si dolieron…. Más que doler, los murciélagos me hicieron ver lo perdido que estaba. El proyecto de investigación que había que presentar a la hipotética compañía era algo bastante complejo. La verdad es que mi grupo y yo no sabíamos cómo enfocarlo en un principio. “¿Y esto por qué así? ¿No sería mejor utilizar la recogida de información a través de cuestionarios? ¿Y para qué esto? ¿Pero luego cómo lo llevamos? ¿Y los estudios de caso? ¿Y cuántos estudios? ¿Conferencias, seminarios o debates?” Teníamos un cúmulo de ideas y de cabos sueltos que no sabíamos cómo atarlos y cohesionarlos.

 Y por si fuera poco, a veces se acercaban Kiko o Miguel para ver nuestra progresión y tumbar los pilares de nuestro hipotético proyecto. ¡Qué fastidio y qué desesperación! Me da a mí que ellos también eran murciélagos camuflados y querían hacernos sufrir con sus “mordiscos.”

Al verme tan perdido, tan desorientado, con tantas ideas y opiniones de los compañeros/as,  no sabía cómo llevar a cabo todo aquello. La marea del mar de dudas me iba ahogando poco a poco, mientras que el tiempo iba pasando rápidamente. Entonces, en ese cúmulo de ideas, opiniones, voces de mis compañeros, discordia, etc. dentro de mi cabecita un murciélago de color verde volaba y me comentaba que aún estaba muy verde en esto de la investigación. ¡Qué gran verdad! ¡Sí que lo estaba!

Efectivamente, así de angustiado es como me he visto a lo largo de la semana con las tres sesiones intensivas de Metodología. Estaba más verde que unas habichuelas. La verdad es que uno no tiene por qué avergonzase de ello porque, tal y como dice Pérez Gómez en su libro: “para aprender, hay que desaprender y reaprender”. Esto quiere decir que para aprender debo destruir aquellos pilares que sostenían mis creencias, ideas, maneras de pensar e incluso actuar. ¿Será que eso estaba haciendo durante todo el diseño del proyecto? ¿Será que estaba aprendiendo en base a la práctica? Pues sí, posiblemente sería eso.

Pero la cosa no se quedó ahí, sino que fue a más. Concretamente el día de la exposición de nuestro proyecto, y ante el “ataque” cariñoso de mis compañeros/as pero fuertes de Miguel y Kiko, el murciélago verde se apoderó nuevamente de mi consciencia, recordándome lo verde que estaba en esto de la investigación cualitativa. ¡Qué trauma!

Miércoles y jueves me fui para casa con la sensación de que estaba más perdido que el barco del arroz y cuestionándome si esto era lo mío o no. La verdad he de confesar que estoy verde pero confío en que pueda mejorar poquito a poco. Si no lo hago, mejor apaga y vámonos…

Sin embargo, lo mismo que estaba de pegado, igual de pegado estaban las universidades con el tema de los grados. Resumo esto rápidamente. En clase de Procesos y Experiencias vimos una serie de guías sobre la adaptación de las carreras universitarias a grado. En ellas se detallaba información sobre cómo llevar a cabo una adaptación eficiente y de calidad.

Yo acabé la licenciatura el año pasado y me conozco muy bien el mundillo de los grados. Lo curioso era que las ideas y sugerencias que venían en aquellas guías que expusimos apenas se cumplen en muchas facultades. A medida que mis compañeros/as iban explicándonos de qué iban la guía que seleccionaron me daba cuenta de que todo lo que decían apenas se cumplía en las facultades de aquí de Málaga.

Esto hizo que me acordara de mi prima, la cual estudia en el grado de Económicas. La nombro porque una vez me dijo que los profesores “pasan” olímpicamente, que aquello es demasiado aburrido. “Tú no sabes bien cómo son los profesores y sus clases. ¿No se supone que los grados iban a ser más prácticos y más dinámicos? ¡Qué va! Si es lo mismo pero con más exámenes. ¡Menuda decepción!”, pues sí eso me dijo un día. Y reflexionando sobre las guías y la realidad actual universitaria, me di cuenta de que estamos todavía muy verde en cuanto al grado.

 Finalmente, el murciélago de color verde me ha hecho ver lo perdido y desorientado que estoy, pero también me ha servido para ver que sí puedo reorientarme y caminar firmemente por la senda de la innovación en educación. Seguramente que con esfuerzo, atención y desempeño podré sacarme el murciélago verde de mi cabeza y tener idea de todo lo que estoy aprendiendo durante el Máster. ¡Espero que así sea!

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El ornitorrinco que destruye mitos

   

 

Bueno, así da comienzo mi diario semanal del Máster. Pues sí, he decidido otorgar protagonismo a los animales, así que cada semana citaré a uno y explicare el porqué. ¿Por qué he escogido los animales? Pues porque pienso que hay una gran diversidad de ellos, al igual que la diversidad de opiniones, experiencias y formas de entender la educación. Entonces, es una buena forma de hacer más dinámico y creativo mi diario.

Entonces, ¿por qué el ornitorrinco? Está claro que es el animal de moda esta semana. Ya lo venía diciendo Kiko en la clase de Metodología Cualitativa: "En una de las más prestigiosas universidades de Inglaterra, cuando el descubridor del ornitorrinco llegó y explicó lo que había descubierto, todo el mundo le tachó por loco y lo expulsaron". Y sí, a esto me quiero referir, a la supremacía existente entre la investigación positivista y cualitativa. ¿Es una imposición ideológica? Bueno, pienso y creo que sí. 

Hoy en día vivimos en la sociedad pendiente del producto, de los resultados; el resultadismo imperante diría yo. Y bien, ¿es esto bueno? Yo creo que no, al menos en educación puesto que no debemos fijarnos tanto en el producto sino en el proceso, esto hará que el producto sea de mayor calidad y por ende, que la educación mejore.

Una frase célebre que yo suelo decir mucho es aquella que dice: "En educación uno más uno no son dos. Puede dar 3, 4, 2 e incluso 5". ¿Y a qué me refiero con esto? Pues que un proceso educativo no dará el mismo resultado en un centro que en otro, que los protagonistas de las aventuras y desventuras en el proceso de aprendizaje son distintos y muy diversos. No podemos entender la educación como algo homogéneo cuando está totalmente condicionada por numerosos factores, es por ello que en educación 1+1= no son dos.

Y es por esto que hago mención especial a tan fabuloso animal. Este mamífero es un rompedor de esquemas, un sutil rebelde que destruye la lógica humana. Por eso le homenajeo en mi primera entrada, por su forma de ser. ¡Alavado sea señor ornitorrinco!

Bien, pero no ha quedado claro por qué el ornitorrinco es un destructor de mitos, ¿cierto? Pues esto personalmente lo podemos justificar con lo que surgió en la clase del viernes con Pérez Gómez. En concreto me quedé con un extracto del vídeo que puso. Justamente donde se comenta que las células madres evolucionan y se transforman en neuronas. "¿Pero no decían los científicos que cuando se muere una neurona no se recupera y que nacemos con un número de neuronas determinado y ahí nos quedamos?" Pues no, y es ahí donde el mito se destruyó: se pueden formar nuevas neuronas cuando el cerebro las requiera para realizar un nuevo proceso de aprendizaje.

Gracias al ornitorrinco destruye mitos me he dado cuenta que a veces asimilamos conceptos que realmente son mentira o que son están ya muy desfasados. En la vida debemos seguir caminado y eso conlleva a seguir aprendiendo, es decir, desaprender para nuevamente aprender, tal y como dice Pérez Gómez en su libro Educarse en la era digital.

¡Te debo una, señor ornitorrinco!

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