Romper los barrotes, aprender a volar en Portafolios - Portafolio docente de Campus Virtual UMA

Romper los barrotes, aprender a volar

 

Vivimos alienados, bajo una lógica alienante. Al servicio de nadie. El ser humano se esclaviza a sí mismo, y acaba por ser como máquinas. Todo eso de la democracia, el bienestar... Pura mentira, al igual que la democracia, una mentira. Mi percepción de la realidad es que estamos inmersos en una gran farsa, dando vueltas como hámster en una rueda, y además, enjaulados. Vamos corriendo de acá para allá, muchas veces sin saber porqué, o sabiendo que ese porqué es externo: nos motiva competir, sobrevivir, mantener un empleo...; pero, ¿cuánto de lo que hacemos parte de una motivación interna, por lo que hacemos en sí? ¿Cuánto hacemos porque los demás nos dicen?

 

Hemos creado un entramado tan complejo: tecnología, autopistas, internet, ordenadores, televisores, problemas que parecen irresolubles. Y todo con una problemática tan grande... Da la sesnsación de que corregir el curso, es tan complicado... Todo se complica, educar mejor, construir otro modelo ecosinóstrico... Y sin embargo, a veces tengo la sensación de que todo es mucho más simple...

 

Creo que hemos perdido una parte esencial de nuestro ser, que es somos animales, que somos naturaleza. Desde ahí, hemos creado una forma de vida ultra artificial, entre comillas, pues lo humano que puede tener, se esfuma al momento en que sometemos esa faceta (capacidad de hablar, de producir, de crear...), a un constante ir de allá para acá, teniendo que atender a muchos objetivos paralelos, competir... Y así, nos cuesta tanto ser felices. De hecho, lo que no nos cuesta en absoluto, es complicarnos la vida, es hacernos infelices.

Perdida nuestra capacidad de conectar con el presente, con lo auténtico de nuestro ser, con nuestras necesidades más biológicas, con la vida, con la naturaleza, con lo sencillo...; nos encontramos perdidas, desorientados. Todo comienza desde la escuela, con todas sus tareas impuestas, sus deberes carentes de sentido... Perdemos la curiosidad, las ganas de vivir, la iniciativa, la autogestión de nuestro propio proceso de aprendizaje.

 

Ese aparcelamiento que hacemos de nuestra vida, del conocimiento y de nuestro ser. Ese postergar lo importante para el final, y sobreponer todos los deberes... Todo ello nos hace vivir en una continua esquizofrenia.

De esa manera, en lugar de conectar con lo que realmente nos mueve, nos inquieta, aquello con lo que nos comprometemos desde el interior, que sentimos como nuestro propósito, deseo, necesidad... ; acabamos actuando desde el deber, casi siempre. Y esa parte está bien, es decir, el ser capaz de tener cierta disciplina y no hacer siempre lo que uno quiere; pero para según qué cosas, no tiene porqué ser la norma de nuestra acción. Me refiero por ejemplo, a cómo la escuela concibe el motor del aprendizaje, o a la labor del ser humano en la sociedad.


Quien lo quiera y se siente bien en una rutina mecanizada, estupendo; pero existimos personas a las que nos cuesta encajar en la obligatoriedad, en según qué rutinas; nos gusta sentirnos libres, crear, hacer lo que amamos, y amar lo que hacemos; necesitamos atender a nuestra llamada interna, a nuestras necesidades y motivaciones. Y eso no se puede cercenar sin más, bajo ninguna excusa, y menos ser la pauta que guíe nuestra existencia. Podemos aportar mucho más desde la libertad y el hacer lo que amamos.

 

Ni la escuela ni las familias se deben creer con autoridad moral para castrar y limitar a las criaturas, con deberes rutinarios, mecanizados; desde edades más tempranas. Han de propiciar la motivación, el sentido. No debe moralizar a las criaturas a través de los deberes y la exposición pública en clase de si lo han hecho o no. No deben domesticarse ni el cuerpo ni el alma de las criaturas, sino todo lo contrario, expandirlas, nutrirlas, liberarlas...

¿Por qué cosas como ser feliz se han convertido en cosas minoritarias, innovadoras? La felicidad debe ser el fin último de la escuela, la sociedad, puesto que lo es del ser humano. No pueden sobreponerse ni el éxito ni la productividad. Los maestros y maestras tienen la oportunidad de construir y llevar a cabo proyectos integrados, motivadores, con sentido para las criaturas.

El reto está en hacer que esos deberes sean quereres. Pero claro, una cosa que me pregunto es: ¿Cómo van a ser capaces los maestros y maestras de plantearse estas cuestiones, si a lo largo de toda su formación académica han estado sometidos a la misma lógica, teniendo que hacer deberes y proyectos simultáneos, con un valor de cambio, y no de uso la mayoría de ellos? La carrera se convierte así en una carrera hacia el título, en una sensación de querer que se acabe, de querer pasar a otro punto. Y así, llegamos a ser maestros, y reproducimos... Queriendo que todo se vuelva a acabar, queriendo jubilarnos. Y cuando nos jubilamos, querremos volver atrás, pero ya es tarde.

En realidad, la cosa es bastante sencilla. Cuando actuamos de manera serena, con tiempos suficientes, con posibilidad de profundizar con tranquilidad, comprendiendo el sentido y relevancia de lo que hacemos; con amor, libertad, aceptación y respeto de nuestra individualidad y autenticidad; entonces crecemos, florecemos, sonreímos, amamos, queremos lo que hacemos y hacemos lo que queremos.


Y ahora, una pregunta que me hago, y que comparto con vosotras y vosotros: Ahora que me planteo todo esto..., ¿qué hago con aquello cuando me siento oprimido por las tareas? ¿Qué hago cuando siento que me lleva la competitividad?

 

Siento que si no busco la coherencia, la congruencia entre lo que pienso, siento y hago, no valdrá de nada todo lo que diga, y es más, quizás no llegue a ser feliz. Si la revolución no la hacemos desdes nuestras prácticas cotidianas, no vendrá por muchas palabras hermosas que lancemos. Por ello mi búsqueda, es contribuir en la construcción de ese cambio. Un cambio en la manera en que vivimos, nos relacionamos y nos educamos. El reto es grande y el desafío es largo, cuando se trata de ser coherente con las intenciones. Pero el proceso puede ser muy gratificante.

 

Menudo desafío, este de llegar a conectar con el potencial de nuestra humanidad, el de ser auténticos, el de rebelarnos ante la alienación. Pero qué estimulante, cuánta valentía requiere..

 

Y tú, ¿cómo sientes todo esto?