La araña y los problemas. Semanas del 27 de febrero al 7 de febrero en El rincón del zoo: Diario de reflexiones - Portafolio docente de Campus Virtual UMA

La araña y los problemas. Semanas del 27 de febrero al 7 de febrero

 

En estas dos semanas me ha resultado difícil pensar en un animal para plasmar las reflexiones del diario. Ya vengo diciendo que me resulta cada vez más costoso encontrar un animal que se amolde a alguna idea central. Y ahora es más porque tenemos menos horas. Pero aquí estoy, una vez más, dispuesto a presentar el nuevo animal, que resulta ser un arácnido.

Bien, la araña, ese ser vivo que a muchos le producen miedo, asco y respeto. La dama negra. La eterna cosedora. La reina de la oscuridad y de la paciencia. El arácnido de ocho patas. La pesadilla nocturna de muchos. Todo ello es la araña, un ser vivo un tanto especial.

A lo largo de estas dos semanas lo único que me he encontrado son problemas. Dificultades en la evaluación, dificultades de aprendizaje y fracaso escolar, dificultades a la hora de tomar las fotos. ¡Qué de problemas!

Pero, ¿qué podemos hacer? ¿No hay manera de arreglar todo esto? ¿Por qué surgen más y más problemas? ¿De donde surgen? ¿Quiénes lo provocan?

Lo que yo he estado pensando es que no hay que buscar a los culpables –que también-, ni frustrarse tanto con los problemas –que suele suceder mucho- sino mirar el lado bueno de las cosas.

Aquí es donde entra en juego la araña y su símil. La araña es arácnido que gracias a sus ocho patas puede andar a distintas marchas, subir los obstáculos que se le pongan en frente, agarrarse a su tela de araña, crear seda de araña y aguantarla con las patas mientras va cosiendo nuevas telas de araña… En definitiva muchas soluciones puede darle a los problemas.

Siempre se ha visto a la araña como un ser vivo feo, desagradable e incluso tétrico, pero lo que nunca nos hemos dado cuenta es que la araña sabe que con sus patas puede hacer muchas cosas y que también puede resolver muchas otras. No se de deprime ante la adversidad. Ni le importa. Hila, hila que hila; cose que te cose cose.

Por eso pienso que deberíamos aprender de la araña y afrontar los problemas que nos vayan surgiendo. Bien es cierto que nosotros solo tenemos dos manos y dos piernas, pero con ellas podemos hacer y superar los problemas que nos vayan surgiendo.

Y cuando voy pensando en esto me acuerdo de los problemas –patologías- en la evaluación. Concretamente se me viene a la cabeza el artículo que escribió Santos Guerra en el año 1998 titulado “Diario de un evaluador obsesionado”, donde narraba las aventuras y desventuras que tuvo como asesor y en la redacción del informe.

Santos Guerra contaba con todo detalle su vivencia como asesor en la evaluación de la reforma educativa que se llevó a cabo en Bolivia a principios de los años 90. Concretamente le preocupaba mucho la finalidad de aquel informe que iba a redactar y numerosas veces resaltó que debía ser dirigido para todos los ciudadanos y ciudadanas –es por eso que Santos Guerra hace fácil la educación pues la expresa de una manera muy sencilla y amena para el lector-, pero temía que no iba a ser así.

Durante su estancia allí, entrevistando a docentes, asesores, maestras, etc. se vio dando cuenta que el sistema neoliberal y las palabras tan bellas de la ley orgánica de educación boliviana no atendía a las verdaderas necesidades, a los verdaderos problemas de gran calado del sistema educativo. La desigualdad, el problema de la pobreza, la carencia formativa, las pésimas condiciones laborales de los docentes, el pésimo estado de las aulas…

Problemas y más problemas, es lo que se encontró Santos Guerra allí, pero que nunca fueron solventados por el gobierno de turno, es más, la información se la guardó y nunca se publicó para el pueblo. Pobre Miguel Ángel, tener que afrontar ese panorama resulta duro.

Y es que la evaluación da problemas puesto que es un tema polémico. A más de uno le resulta un verdadero dolor de cabeza porque sabe que es afrontar muchas cosas. Así que para evitar que a uno evalúen su trabajo, que a uno le digan que está fallando y que le hieran el orgullo, le echa las culpas al alumnado. Así pues, surgen más problemas.

Problemas que siempre tienen un origen: el alumnado. Que si son vagos, que si no están motivados, que si lo que quieren son las maquinitas, que si tal, que si cual. Todo problemas y pocas soluciones.

Como bien indica Santos Guerra: los informes de evaluación deben estar ahí para mejorar la sociedad y el sistema educativo en sí, por lo tanto han de hacerse públicos. Sin embargo esto no es así, pues el gobierno de turno siempre esconderá los datos e incluso amenazará a aquellos que osen a poner en evidencia la gestión del gobierno –e incluso la propia ideología que subyace en este-.

Porque la aplicación de la evaluación por parte de los docentes o evaluadores externos siempre genera controversia ya que la ética de la evaluación a veces se deja de lado y es la mejor herramienta para segregar e incluso sancionar.

Yo siempre he visto la evaluación como una herramienta de poder. El que evalúa tiene el poder y también es al que menos le gustaría ser sometido a la maldad e injusticias de ese poder llamado evaluación.

Eso de aceptar las críticas los docentes lo llevamos muy pero que muy mal. Y creo que es fundamental que la evaluación sea recíproca, es decir, que el alumnado también te evalúe y también considero que es necesario que la responsabilidad de los problemas del proceso de aprendizaje sea también compartida por el docente y por el alumnado. Suspender a toda una clase no debe ser síntoma de orgullo, todo lo contrario.

Y esto es el problema principal en evaluación.

Ahora cambiemos de tema y vayamos a Política Curricular con Nieves. Eso sí, seguimos con los problemas.

En estas dos semanas solo tuvimos una clase con Nieves puesto que la otra se prorrogó para el taller de la escritura, así que dimos un día entero con Nacho.

En esta sesión tuvimos a un invitado sorpresa. El redactor de los relatos que tuvimos que leer estuvo presente. Eduardo, un joven que recién acabó su tesis  la cual versaba sobre la vida escolar de tres muchachos con fracaso escolar.

La historia que me tocó a mí era muy interesante. Iba sobre un muchacho llamado Juan y su paso por el sistema educativo. Personalmente vi que la trayectoria escolar del chico estaba plagado de problemas. Problemas que el centro educativo nunca dio respuesta, ni tampoco el currículo. Esto me llevaba a reflexionar sobre la verdadera finalidad de las escuelas, si están para ayudar y educar a ciudadanos/as o solo centrarse en el ámbito curricular. Diría que está para lo segundo.

Y es que las trayectorias escolares del alumnado con fracaso escolar están plagadas de problemas. Pero seguramente también nosotros hayamos tenido problemas bien gordos cuando éramos alumnos. No se puede evitar pues en la vida por desgracia no todo son cosas bonitas y el camino está plagado de piedras y no de flores.

La cuestión es esto me lleva a reflexionar sobre cómo abordamos los problemas individuales del alumnado. ¿Realmente se abordan? ¿Realmente se atiende al alumnado como es necesario?

Nuevamente: no se abordan los problemas. Y como no se abordan, no se solucionan. Y como no se solucionan, al final pasa lo que pasa: la película acaba en tragedia –fracaso escolar-.

Por otro lado también estuvimos analizando un poco la investigación que realizó Eduardo y el enfoque que trató de darle. En base a esto quiero reflexionar un poco porque me hizo clic.

Cuando uno hace una investigación como la de Eduardo se da cuenta de que no tiene que ir con el prejuicio ni tampoco con una mentalidad cerrada. Se tiene que abrir, conocer y sumergirse en los relatos de los muchachos que poco a poco vas construyendo.

Yo la verdad es que ese papel de sumergirme sin prejuzgar nunca lo he considerado. Lo que es más, creo que incluso he fallado mucho en ese aspecto a lo largo de mi formación. Pero como dice Eduardo, la investigación al final te acaba cambiando como docente y bueno, en ese proceso de reconstrucción de esquemas supongo que estoy, no lo sé…

Este tipo de investigación no tiene un fin en sí, es decir, no va dirigida con una finalidad determinada como podría ser divulgar un proyecto y sus resultados. De hecho, solamente se basa en comprender y eso requiere esa actitud de apertura de la que antes más o menos llegué a comentar. Abrirse a conocer y dejar los prejuicios a un lado. Sumergirte en la vida de los muchachos y construir un relato. Estas son las claves necesarias para llevar a cabo con éxito este tipo de investigación.

Y ya casi para ir cerrando el diario de estas dos semanas me gustaría hablar de la sorpresa estrella que fue para mí Alfredo Hoyuelos.

No me esperaba que el taller que duró dos días fuese así. Yo iba con una opinión muy distinta, quizás me esperaba una charla más orientada a la investigación narrativa o a los aspectos técnicos de la misma.

Aquello fue bien distinto e iba de otra cosa que no tenía nada que ver. Sorprendentemente me gustó, y muchísimo.

Tan solo había que ver las caras de los que estaban allí presentes. Esa felicidad plasmadas en sus sonrisas al ver las fotos que Alfredo hizo a los bebés de 0-3 años de los distintos educativos lo decía todo.

Creo que el oficio taillerista –no sé muy bien cómo se escribe, la verdad- cobra un gran sentido en el aula. Jamás pensé que el cuidado de las fotos que le hacemos a los niños y a las niñas tuviese tanto trabajo detrás.

Ese enfoque que le dio Alfredo a su labor la vi esencial. Nunca nos preocupamos de la imagen que damos en las fotos que publicamos en los centros educativos. Pensamos que eso es cuestión de hacer clic y listo cuando las mismas fotos no dicen absolutamente nada o están hechas con muy poco cuidado.

Ya no es solo la búsqueda del momento adecuado, que también, sino de cuidar el enfoque, el objetivo, los planos, las luces, etc. Porque, como bien decía Alfredo, se trata de representar un momento o un proceso, y eso se debe transmitir con la mayor claridad posible.

Además, las fotografías han de estar cargadas de emoción y que estas sean transmitidas a los que las ven. Si no transmiten nada, es que no llegan, por lo tanto no son fotografías valiosas.

El ejercicio de hacer que una fotografía adquiera los sentimientos y las sensaciones que el alumnado está viviendo en ese momento requiere de mucha técnica a la hora de usar la cámara.

Yo la verdad es que no tengo ni la más remota idea de hacer fotos, por lo que esto se me viene muy grande. También hay que decir que estaba sorprendido ante la gran complejidad que existe en el mundo de la fotografía. Luces, planos, enfoques, zoom, modalidades, flash, etc… madre mía, pero cuánta razón tiene Alfredo Hoyuelos.

Pero el papel de Alfredo es el de representar los momentos y el día a día del aula. Esto me dio mucho que pensar y fue el mejor momento de su conferencia. Concretamente estoy hablando sobre el papel de Hoyuelos en las escuelas. Él más bien se definía como aquel que daba otra perspectiva a la educación a través de la toma de fotos. También añadió que era como aquella persona que criticaba la labor de las maestras.

Todo esto surge porque sus fotos dicen más que mil palabras, y me quedo con la anécdota que comentó sobre los proyectos educativos. Añadió que él no quiere evaluar los proyectos educativos porque son meras buenas intenciones. Mejor valorar el proyecto educativo a través de la foto de la clase, donde se dice qué clase de metodología verdaderamente se está aplicando.

Sin duda alguna las fotos pueden jugar un papel muy pero que muy importante en las escuelas. Pueden servirnos como un elemento más a la hora de reflexionar sobre nuestras prácticas para poder cambiarlas y mejorarlas. También pueden servirnos para poder dar transparencia a nuestro trabajo como docentes y el trabajo colectivo que se haga en un centro educativo.

La fotografía ofrece numerosas posibilidades que no podemos obviar. Abrir nuevas perspectivas como el uso de la captura de momentos me parece algo interesante y que puede venir muy bien para la mejora de la educación en general.

Ya para finalizar vuelvo de nuevo a la araña.

Comenté que la araña con sus patitas puede hacer una gran cantidad de cosas, pero que todas están orientadas a resolver los problemas que día a día se le presenta. Seguramente las arañas se tomarían los problemas educativos de otra manera y los afrontaría con detenimiento. Ellas son más pragmáticas, más atrevidas y saben que lo que tiene que hacer para resolver problemas es ponerse y solucionarlos.

Ellas entienden muy bien que si la evaluación es un proceso complejo y vital, saben que hay que cuidarlo. Si surgen problemas, ellas saben que hay que actuar y dejarse de chácharas.

También comprenderían que los problemas y las necesidades educativas necesitan atención. El alumnado requiere de esas necesidades educativas personales a lo largo toda su trayectoria y no escurrir el problema –cosa que hacen muchos docentes escudándose que ellos solo están ahí para dar su materia-.

En definitiva, la cuestión está en actuar y no en hablar o quejarse. Tenemos muy inculcada la cultura de la queja y así nos luce el pelo. Bien es cierto que no podremos cambiar nunca una gran estructura como es el sistema educativo pero sí que podemos actuar para mejorar lo que tenemos delante de nuestros ojos: a nuestros alumnos. A ellos son a los que les debemos y tenemos que garantizar el mejor trato y resolver todos esos problemas que se nos vayan presentando en nuestra carrera como profesional. Hay que evitar caer en la cultura de la queja y tratar de hacer cosas.

Los problemas se superan andando. No lo olvidemos.

 

¡Gracias araña!