Día 8 en Diario de prácticas: desnudándonos para Encarna - Portafolio docente de Campus Virtual UMA

Día 8

Hoy hemos celebrado el "ansiado" Halloween. 

Los niños han venido disfrazados y lo primero que hemos hecho en Asamblea, es mostrar los disfraces y explicar a los demás porqué hemos elegido ese disfráz.

Desde zombis a brujas, pasando por calabazas, arañas y vampiros, esqueletos y un pirata. Todos han lucido orgullosos sus disfraces. La mayoría de los niños traían disfraces comprados, aunque también había alguno qu enos ha contado que lo ha hecho con sus papás (los zombis eran disfraces caseros y los han hecho rajando ropa vieja y pintando las caras).

Estábamos en esto cuando, de repende, la puerta de nuestra clase se ha abierto y ha entrado el Fantasma Cucufate, con su sábana por las rodillas y luciendo medias de calceta a pedirnos que le escribiéramos lo que nos daba miedo para poder hacerse un traje nuevo con nuestros sustos.

Las reacciones a su entrada no se han hecho esperar. Niños llorando, temblando de miedo, bloqueados sin poder ni moverse, agarrados a mi como si en ello les fuera la vida...

Cuando el "fantasma" ha empezado a hablar y a decirnos cosas algunos se han relajado e incluso se han reído. Cuando ya se ha ido, los más "valientes" se autoconvencián: era un señor disfrazado, seño, ¿a que sí?

Cucufate era un alumno de prácticas y le acompañaban otras alumnas que hacían el reportaje gráfico. An mi aula sólo fueron unos pocos los angustiados, pero en otra aula de 3 años ni siquiera pudieron pasar de la puerta, pues cundió la histeria.

 

Tas un ratito de angustia, pasamos a pensar en el favor que nos ha pedido Cucufate: tenemos que escribir nuestros miedos para que se pueda hacer el traje más largo. Necesitamos un papel y los lapiceros. Pensamos entre todos qué podemos poner y cómo lo escribimos.

Afortunadamente teníamos por allí unas hojas tamaño cuartilla con el dibujo de Cucufate, y las utilizamos para escribir lo que nos daba miedo. 

Algunos aún no diferencian dibujo de escritura, así que dibujaron aquello que les da susto " a su aire", otros están ya escribiendo a su manera con líneas que se curvan, suben y bajan, como si fueran las letras enlazadas, otros ya han descubierto que se escribe con letras y usan todas las que saben, o las de su nombre cambiadas de sitio.

Después de esto, jugaron un ratito, cada uno a su disfráz. Los vampiros muy metidos en su papel abrían la capa cada vez que se acercaban a alguien, los zombis paseaban de aquí para allá con los brazos estirados, los esqueletos bailaban cantando una canción que hemos aprendido, las brujas cocinaban y barríanel suelo con la escoba y las calabazas... como no sabían qué tenían que hacer cogieron plastilina y se pusieron a jugar.

Enseguida los juegos se mezclaron y jugaron libremente.

Desayunamos y salimos al patio a asustar a los amigos de las otras clases.

Después del recreo, nos aseamos y preparamos para ir a llevarle a Cucufate nuestro miedo. Para que no nos diera miedo, decidimos ir agarrados de la mano de un amigo o de la seño ( 5 decidieron que mi dedo les daba más seguridad que la mano entera de otro niño). 

Cuando llegamos al porche, donde habíamos quedado con Cucufate, aún no habían llegado ni los niños mayores ni el Fantasma. Estuvimos viendo los carteles con la poesía, estaba nuestro fondo con colores de miedo que pintamos hace días, y en él habían escrito la poesía y le habían pegado dibujos.

Por fín, llegaron los amigos de 4 años B (para que la actividad no fuera tumultuosa decidimos dividir a los niños en 3 turnos en los había representación de un aula de cada edad). Los de 5 años B, se habían equivocado de turno y ya habían hecho la actividad con el turno anterior. 

En ese momento llegó Cucufate, corriendo y llevando una mochila. Al vernos se puso muy contento y comenzó a dar saltitos y a bailar. Aunque algunos seguían teniendo miedo, al escuchar a los mayores reir se fueron relajando. Yo me senté con ellos para darles seguridad con la cercanía física.

 

Le mostramos los carteles y recitamos entre todos la poesía... aunque a muchos ni les salía la voz. Después le entregamos nuestro susto y Cucufate salío corriendo a hacerse su traje nuevo.

Al volver a clase, nos preparamos para una nueva visita: los niños de 1º iban a venir a contarnos un cuento que habían aprendido.

Llegaron a clase todos con sombrero de pico, y con un montón de artilugios en la manos. Nos contaron el cuento de la Bruja Pimienta, para terminar hicieron un hechizo que habían aprendido de la bruja y.... ¡desaparecieron! Tuvimos que llamarlos muchas veces para que volvieran a aparecer. Como agradecimiento, nosotros les recitamos la poesía de Cucufate.

Se da la circunstancia de que el grupo de 1º que ha venido a contarnos el cuento tiene a su maestro de baja y que quien ha gestionado toda la actividad (ponerse en contacto conmigo para venir, aprender el cuento, el hechizo...) ha sido la alumna de prácticas que estaba en ese aula. Creo que es muy de valorar que se haya implicado de sta manera, pues no ha sido una actividad que realizaran todos los grupos de Primero, sino sólo dos de las cuatro aulas de este nivel.

Tras esto bailamos un rato y...

Ya, casi sin darnos ni cuenta, el día había terminado.