Dime cuántos títulos tienes debajo del brazo y te diré cómo de importante eres. 

Ya son las 1:40 y sigo sin poder dormir porque los pensamientos de preocupación siguen atormentándome. Me comen poco a poco la cabeza y esta obsesión me deja más loco que Van Goh. Reflexionar a veces supone perder horas de sueño, pero hoy creo que es un día en el que tengo que desahogarme por todo lo que veo absurdo, ilógico y maquiavélico.

Sí, he de decir que no soy el mejor, ni tampoco el más capacitado, ni el más creativo, ni el más culto. Pienso que que me queda mucho por aprender. Pero la ilusión y otra serie de aspectos personales me hacen seguir el camino, este duro sendero que es la educación. 

A lo largo de este camino he sido siempre una persona con unos ideales y unas convicciones muy claras: siempre he dicho que hago lo que me gusta y veo absurdo pasar por aro de algo que no tiene sentido para mí. Sí, con 17 años rechacé hacer Enfermería porque la sangre me causaba estupor (y me la sigue causando), incluso le comenté a Encarna en septiembre que si no entraba en este Máster no haría ninguno porque no me llamaban la atención ninguno más. Aprendo inglés porque quiero, porque disfruto conociendo personas de otros países, porque la lectura en inglés me apasiona y no aprendo inglés por el mero hecho de tener título. En definitiva, hago lo que me apasiona y no lo que me fuercen los demás a hacer. Quizás he sido siempre muy indomable en este aspecto, no lo sé.

Y a esto quería llegar, a lo de la enfermedad del siglo XXI: la titulitis. La absurda acumulación de títulos que la veo ilógica y que incluso llega a ser perjudicial. Tener tantos títulos para luego hacerlo peor. ¿Por qué estás estudiando Magisterio? Pues para hacer algo; ¿Por qué haces este Máster de pájaros? Ya sé que es una mierda pero no sé, por echar el rato. Siempre he solido preguntar a la gente sobre el sentido que le encuentran a su formación y la mayoría de las veces me encuentro respuestas vacías como las anteriores, que reflejan en muchos casos la carencia de motivación o desorientación por hacer algo en la vida.

Y es que esto no puede seguir así, hay que tener claro lo que uno quiere. Personalmente, si no hubiera encontrado la pasión de la docencia cuando tenía 16 años, seguramente hubiera hecho un FP Superior. No hubiese sentido esa necesidad de ir a la Universidad por ir, no hubiese tenido sentido para mí.

La titulitis es la oposición de la pasión por aprender, de mejorar, de sentir lo que uno hace. Este rollo de sacarme el inglés por tener el título y luego no darle más al tema me parece descabellado y superficial. No, no se puede ir por la vida acumulando títulos sin sentido. Personalmente pienso que la formación hay que sentirla, y si no se siente una cosa, se sentirá otra. Hay tantas disciplinas, tantos módulos, tantas cosas por hacer que la apatía estudiantil y de buena parte de la sociedad les empuja a hacer cosas por inercia, sin sentirlas y sin reflexionar sobre aquello que hacen.

Para combatir la titulitis hace falta muchas cosas, pero bajo mi punto de vista hace falta apasionarte con lo que haces. Independientemente de que quieras ser músico, vendedor de ropa, barrendero o maestro, la profesión que te gusta debes de amarla. Caer en la inercia solo te lleva a un círculo vicioso absurdo, entitulado y futil.

Saludos.

 

P.D: no pretendo realizar una generalización de la sociedad en ningún momento, solo dar mi opinión sobre lo que estamos viviendo hoy en día.