Cuarto día: Con una sonrisa de oreja a oreja

Pues sí, hoy ha sido un día realmente fructífero. Como si el día y la noche se tratara, las sensaciones con las cuales me he marchado a casa han sido totalmente opuestas a la del día anterior. Hoy he visto que sí se puede, sí se puede introducir nuevos deportes en EF, sí se puede tener un buen trato con el alumnado y guardar respeto, sí se puede hacer algo distinto en clase y lo que es más importante: sí se puede educar.

Hoy el día ha sido muy distinto a los demás. Intenso, ajetreado, plagado de sorpresas, con conflictos… pero en definitiva enriquecedor.

El tutor de clase no ha venido, por lo que he estado con diversas maestras mientras el alumnado realizaba sus tareas.

Empezando con la observación del ámbito social de mi clase, hay poca cosa que contar. La relación en clase del alumnado sigue siendo buena. Me llama mucho la atención que ellos y ellas suelen levantarse de vez en cuando para ayudar a otros compañeros/as en el momento que estimen oportuno, es más, yo me aprovecho mucho de esto para que haya una tutorización entre iguales. Suelo coger a los alumnos/as más aventajados y decirles que ayuden a los demás. Considero que es interesante llevar a cabo esta práctica porque favorece un mejor proceso de enseñanza y aprendizaje.

En cuanto a este aspecto me fijé que uno de los más listos de la clase, Marc, suele ser de los más solidarios con el resto de compañeros y compañeras. El muchacho se levanta mucho y ayuda a los demás siempre y cuando tiene permiso del docente.

El diálogo en clase fluye como todos los días. Hay un ambiente relajado, distendido, pacífico, sin mucho alboroto… Los niños y niñas hacen su tarea como siempre y de vez en cuando suben el volumen de voz debido a las distintas circunstancias que se acontecen (mucho murmullo, alguna maestra entra en clase, viene otro alumno de otro curso..). Esto hace que a veces tenga que silenciarles un poco y comentarles que hay que hablar más flojito (me aburre explicar una y otra vez que se tienen que callar o hablar más bajo, pero bueno, ya estoy acostumbrado a ello y no me desquicia nunca; aunque a veces me han entrado ganas de usar la pedagogía del grito jejeje).

Pese a no estar el tutor en clase, el clima se había mantenido muy bien en todo momento, incluso en aquellos momentos en los cuales yo y mi compañera de prácticas estábamos solos. Me sorprendió bastante que guardaran silencio y se comportaran bien en clase cuando estábamos solos. De hecho, yo me senté en la mesa del tutor para ayudar a algunos que tenían problemas con los portátiles y no se formó alboroto ninguno. Todos venían de uno en uno y no había apenas problemas.

Pero claro, hoy observé la conducta de Bridgie (nombre ficticio), una alumna de origen musulmán que tiene un buen rendimiento académico. Durante la realización de una tarea TIC que explicaré posteriormente, su ordenador (y el de los demás) iba muy lento. Esto hacía que Bridgie se frustrara e hiciera incluso amagos de tirar el portátil por la ventana (sí, yo también lo hubiera hecho porque la red Wi-Fi es excesivamente lenta en el centro…). “Profe, ¡esto no funciona! ¿Ves?, jooooo, joooo, puuuuf, fuuuu, fiiuuuu. Lo tirooooooo”, me repitió la alumna reiteradamente. Observé que la frustración no sabía focalizarla bien y la sensación de impotencia que tenía empezó a pagarla con los demás. Alumno que se acercara a ella, alumno que recibía una reprimenda. “Pero es que me están chinchando, ¿no lo ves, profe? Es que como ellos sí pueden usar el ordenador, pues me lo echan en cara”, me comentó cuando le pregunté por qué se discutía con el resto de compañeros/as. Me pregunté por qué Bridgie actuaba de esa manera, por qué se comportaba así con el resto de compañeros/as. Ella me comentó que en casa, cuando le pasa eso, suele pegarle tortazos al monitor. Quizás debería enfocar su agresividad y su ira de otra manera. Esto me lo anoté para pregntarle mañana al tutor por ello.

El tiempo del recreo estuvo movidito. Nuevamente me aventuré a entrar en la pista polideportiva y participar en el baloncesto con mis chicos y chicas de sexto (iluso de mí…). Quería observar las conductas del alumnado de mi curso. Generalmente se relacionan entre ellos/as a través de la práctica del baloncesto y no suelen aceptar a compañeros/as más pequeños, pero sí que interactúan en todo momento con los demás de manera muy cordial.

Sin embargo hoy hubo un altercado en el patio mucho más grave que el día anterior: una pelea. Los de quinto, al ver que yo estaba jugando al baloncesto con los de sexto, fueron a nuestra canasta a interrumpir y molestar jugando también al baloncesto en la misma canasta. Yo me pregunté por qué hacían eso y en seguida lo averigüé: querían llamar mi atención a toda costa. Esto fue tan grave que Raúl se llevó un pelotazo en la cabeza e instantáneamente se cagó en los muertos de Julián (nombre ficticio), alumno de quinto:

-       ¡Hijo de puta, me cago en tus muertos!- Exclamó Raúl.

-       ¿En mis muertos?... ¡Te voy a matar!- Gritó sulfurado Julián.

Rápidamente entraron en una pelea y tuve que separarles mientras daba uso de mi mágico silbato (que siempre me ha echado una mano en este tipo de momentos graves) y nos pusimos a dialogar:

-       A ver, qué ha pasado aquí- les pregunté a ambos chicos en un tono tranquilo y relajado.

-       ¡Pues que se ha cagado en mis muertos!- Julián estaba un tanto nervioso y sofocado, parecía que de un momento a otro le iba a pegar.

-       No haberme pegado un balonazo, no te jode- Respondió Raúl.

Mientras yo seguía mediando, un docente se acercó y me ayudó en la tarea. Yo ya pasé a un segundo plano y comencé a fijarme en cómo el docente trataba de solucionar el conflicto. Primero les preguntaba qué había pasado y trataba que ambos razonaran sobre lo hecho. Luego intentaba que se reconciliaran pero esta vez sin éxito, así que se llevó a Julián a otra parte para hablar con él.

La verdad es que fue una experiencia muy interesante. Este colegio se centra mucho en la resolución de los conflictos y los docentes le dan mucha importancia a la convivencia. También tiene como lema fundamental el uso del diálogo para resolver el problema y vi que el docente lo utilizó mucho, y viendo que no llegó a una solución, incluso se llevó al niño que no aceptó las disculpas para hablar largo y tendido con él.

Con respecto a la metodología, hoy me he emocionado. He vuelto a recuperar la ilusión por ser docente y volver a disfrutar de toda la experiencia que la educación me da día a día en las aulas y en el patio. Jamás pensé que podría volver a pensar así pues las oposiciones son disgustos tras disgustos y reflexiones sobre si verdaderamente valgo o si algún día entrarás ahí (no creo). Es por eso que el docente de EF de este centro está siendo para mí como un rayo de sol y de esperanza que atraviesa violentamente las nubes oscuras del pesimismo. Las conversaciones y experiencias que estoy teniendo con él están haciendo que vuelva a tener pellizcos en el estómago por la alegría y también está haciendo que me vuelva a ilusionar por de ser docente.

No me quiero explayar, procedo a describir lo acontecido hoy en el ámbito metodológico. Como anteriormente comenté, el tutor de sexto estuvo hoy haciendo un curso en el CEP, por lo tanto hoy no ha venido a clase. En su lugar estuvo la primera hora la maestra de inglés, la cual procedió a corregir los ejercicios de matemáticas en la pizarra. Curioseando observé que unos pocos no habían realizado los ejercicios y además veía que respondían muchas veces. Los alumnos/as que no traían hecho los deberes tenían la libreta cerrada e incluso escondida (¡vaya que les pille!) y simulaban que lo habían hecho en el libro.

Me llamó la atención y también me hizo bastante gracia el ver cómo se hacían los suecos mirando a la pizarra digital y repitiendo las respuestas correctas. Pero sinceramente, no sé muy bien por qué no hicieron los ejercicios puesto que el alumnado se puede quedar 45 minutos más después de las dos y hacer sus deberes. ¿No lo habrían entendido? Eso pensé, pero no, lo entendían porque les veía responder correctamente. Entonces, ¿qué pasa aquí? Esto es una cuestión que tendré que preguntar al tutor de la clase mañana.

Tras corregir los ejercicios de raíces cuadradas en voz alta, la maestra les mandó nuevos ejercicios y yo me encargué de darle apoyo a Donovan (nombre ficticio), el cual es un alumno que tiene graves problemas de aprendizaje y tiene una historia detrás espantosa. Su padre está en la cárcel, vive en una casa que no tiene pomo y la aguantan por las noches con una silla, el niño estuvo en Marruecos y luego se vino a España sin estar escolarizado y apenas sabía hablar con 8 años, repitió de curso y un largo etcétera.

Me lo tuve que llevar a un aula de estudios que está justo al lado de la clase de sexto puesto que en clase se entretenía bastante. Dicha aula es muy pequeña y es donde están los materiales de música, inglés y otras fichas. Apenas caben más de 5 personas, pero es un aula ideal para trabajar con el. En dicha aula tuve la oportunidad de observar el proceso de razonamiento matemático de Donovan, que era bastante pobre. Pero no solo eso me llamó la atención sino que también me di cuenta de que el chico está acostumbrado a que se lo hagan absolutamente todo. Observé que los apoyos le han mal acostumbrado y él lo que quiere es que le resuelvan las tareas. “Vaya, chico, te has topado con alguien que no es de ese palo. Yo soy de palo bien duro”, pensé yo. Y sí, yo no soy de los que les dice la solución al alumnado sino que los invita a pensar.

Tras varios intentos el chico cedió y empezó a razonar. Tuve que utilizar un método deductivo para que hallara las potencias al cuadrado. Con esto quiero decir que partí de las tablas de multiplicar, luego cuestionarle de dónde salía un número al cuadrado y cuánto daba la potencia de 2 al cuadrado por ejemplo. A raíz de esto le introduje las raíces cuadradas. Lo entendió perfectamente, pero me costó muy mucho. El chico, como ya dije, tenía bastantes problemas, ¡incluso no se sabía las tablas de multiplicar! “Seis por seis son doce…¡Doce!... ¿Doce? Dímelo tú, profe”.

Me encantó la experiencia. Donovan salió muy motivado y habiendo realizado los ejercicios que tenía que hacer, pero no pudo llegar a los que la maestra había mandado. ¡Qué sensación tan mala! Me quedé un poco impotente, pues este chico necesita muchísimos recursos humanos para salir adelante y yo allí no puedo atender a tantísima diversidad y esto me frustra bastante porque solamente estaré allí dos semanas nada más.

Pasando a otra cosa, tras finalizar con Donovan observé que el docente de EF se dirigía a la clase de quinto, la cual está justo al lado de la de sexto. Rápidamente me colé dicha clase y me sorprendí al ver lo que estaba sucediendo. Mis ojos no se lo podían creer: el docente de EF estaba explicando el BIJBOL, deporte alternativo que introduje en las oposiciones y me lo tacharon de locura. Se me cayó el alma, incluso se me saltaron las lágrimas de la emoción. Es tal la sensación de alegría que no me pude contener y saludé al maestro de EF con una sonrisa de oreja a oreja.

El maestro de EF y yo habíamos hablado ya sobre la introducción del bijbol el ayer. A él le pareció buena idea y hoy quiso probarlo con los de quinto (no me lo esperaba, la verdad).

Durante la explicación del deporte en el aula del alumnado de quinto me dijo que continuara explicando y a mí se me iluminó la cara, el cuerpo, el alma, los órganos, ¡todo!. Allí brillé como en los viejos tiempos, volví a sentir mi vocación y mi pasión. El alumnado se enteró de cómo jugar a este deporte y bajamos al patio para practicarlo. La sonrisa de oreja a oreja que tenía dibujada en mi cara no me la quitaría nadie durante todo el día. Estaba en una nube de la cual no quería que me bajaran.

El desarrollo de este deporte es muy sencillo. Se enfrentan dos equipos de 8 componentes en la pista de balonmano. El móvil es una pelota de pilates de unos 50 cms. de diámetro y se puede golpear con todo, también conducir la pelota con todo. Otro aspecto a destacar es que la pelota no se puede retener en ninguna circunstancia y el área pequeña no se puede pisar por nadie. En fin, no voy a detallar todo el reglamento porque es sumamente largo.

El alumnado practicó el deporte. Yo fui el encargado de arbitrar y llevar a cabo el feedback sobre las reglas de juego, introduciéndolas poco a poco. Observé que el deporte tuvo una gran acogida en el alumnado y que apenas ocurrían incidencias graves. “Es el primer día, normal que aún no dominen el reglamento, pero poco a poco seguro que sí. La verdad es que este deporte me parece muy interesante”, me comentó el docente de EF.

Finalizó la sesión. Luego vinieron los de sexto y el docente de EF aprovechó para enseñarme el golpbol, otro deporte alternativo muy similar al bijbol. Entre charlas y reflexiones conjuntas iba observando el desarrollo del deporte e interviniendo siempre en aquellos conflictos que se pudieran dar. Me llamó la atención que la participación de la clase era total. El golpbol era un deporte atractivo para todos y todas, destruyendo mitos de que las niñas no hacen EF porque es aburrido.

Las últimas dos horas estuvo el alumnado de sexto trabajando un concurso online llamado Consumópolis. Esto es una aplicación web que consiste en una ciudad donde hay diversas pruebas. La organización de los equipos era la misma que tenían en clase, es decir, cada mesa era un grupo y participaban individualmente. Observé que el alumnado tiene mucho interés en el uso de las TIC y que incluso la lectura les parece más atractiva a través de los portátiles.

En definitiva, hoy fue un día fabuloso. Sentí nuevamente ese pellizco que tenía cuando estaba solo en el Prácticum II a la hora de dar las clases. Me he vuelto a sentir docente, algo que no sé si algún día llegaré a serlo porque estoy verdaderamente decepcionado y harto del sistema en todas sus vertientes. Sin embargo gracias a las experiencias que estoy viviendo diariamente en Nuestra Señora de Gracia la flor marchita de mi vocación está renaciendo de nuevo, está volviendo a lucir sus bellos y radiantes pétalos, su aroma vuelve a ser espléndido y gratificante para el sentido del olfato de la ilusión, la curiosidad, la alegría y la educación.