Día segundo en Nuestra Señora: ¡Que viva el huerto escolar!

Hoy el día ha sido algo más tranquilo que el de ayer. Pero con esta tranquilidad no me refiero al centro sino a la adaptación que estoy sufriendo en el mismo. De hecho, el centro tiene una dinámica bastante activa durante las 5 horas de clase. ¡Se pasan voladas!

Con respecto a lo vivenciado hoy en el ámbito social, me he querido centrar en la problemática de la higiene, en el problema de un nuevo chico y en el desarrollo de las relaciones sociales tanto del alumnado de mi clase como en el resto. Esta vez he estado un buen rato jugando en el recreo con el objetivo de sacar información sobre todo lo que acontece allí.

Para empezar, hoy llegaron dos niños demasiado tarde. De hecho, una alumna de la clase llegó diez minutos tarde y fue castigada con servicio comunitario. Sin embargo, el chico que tenía problemas de higiene, Manel, no asistió al centro. Esto me hizo pensar muchísimas cosas: que quizás ayer se sintió aludido cuando el profesor echó la reprimenda sobre la higiene, que a lo mejor le dio vergüenza y no quiso venir, etc.

Tras la primera hora de clase, me puse a preguntarle al resto de compañeros/as por Manel. “Oye, ¿sabéis dónde está Manel? ¿Está malo o qué?”. Todo el alumnado me respondió que no sabían nada de él. Este chico es repetidor y parece ser que de etnia gitana. Puede ser que tenga una familia desestructurada y por eso tenga este tipo de problemas; al menos eso me dijo el tutor. La verdad es que me quedé con las ganas de saber más y de conocer un poco más sobre el chico. Sinceramente creo que es un tema un poco peliagudo porque sería adentrarse en la intimidad de un chico que a lo mejor puede que tenga mucho complejo al tener una familia desectructurada.

Por otro lado,  hoy conocí más de lleno a un niño de esta clase de sexto. Su nombre ficticio es Raúl. El tutor de la clase me asignó a este chico para ofrecerle apoyo en las tareas de matemáticas. Lo que trabajé con él luego lo comentaré porque ahora voy a hablar sobre el aspecto social del niño.

Sin duda alguna estuve ante un chico con graves problemas de autoestima y como me dijo el tutor “se bloquea completamente ante un problema planteado. Además, el chaval tiene un complejo de inferioridad importante, no quiere compararse con los demás compañeros/as”. Pues a medida que fui tomando contacto con el chaval y ver cómo se negaba a hacer la tarea, me fui sintiendo algo frustrado porque era imposible trabajar.

Aún así nunca me desesperé. Lo que más gracia me hizo en ese momento es que yo nunca perdí la calma con el chaval y una alumna me comentó que era demasiado paciente, por qué era así con el chaval. “Hombre, soy paciente porque soy maestro. Es algo natural, ¿no?” le contesté yo. La chica se quedó un poco impresionada porque decía que el profesor y una chica de la obra social de la Caixa pierden la paciencia con el muchacho en seguida.

La verdad es que es normal perder la paciencia con ese chaval. El chico, a la hora de hacer las actividades se delimitaba a escribir en unos folios la palabra NO con letras grandes. “Yo N-O, S-É. NO SÉ HACERLO. NO, NO, NO, NO SÉ. ES MUY DIFÍCIL PARA MÍ. NO, NO, NO” estas palabras tan pesimistas incluso me deprimían a mí mismo. Más que desesperarme (que también) me sentía muy frustrado. Me preguntaba muchas veces qué podía hacer con el chico.

Menos mal que tengo paciencia y tengo conocimientos los cuales aplicar. Durante el apoyo que recibió por mi parte el muchacho, en todo momento le proporcioné feedback positivo. “Que tú puedes. ¿Cómo no vas a poder si antes lo dijiste bien? Si te equivocas no te voy a decir nada, estamos aquí para aprender. Mírame, yo también me equivoco, y diariamente eh. ¡Muy bien! ¿Ves como puedes?”. Tras estar así cuarenta y cinco minutos, el niño cedió algo y empezó a realizar la tarea.

 

Nunca antes me había enfrentado a un problema de autoestima tan bajo. La verdad es que ha sido una experiencia muy intensa aunque parezca que no. No me perdí en todo momento porque ya había leído cosas sobre la autoestima y bueno, yo también la he tenido a veces un poco baja por problemas de presión de exámenes y eso. Así que sí sabía qué poder hacer y veo que al menos funcionó en todo momento.

Ya en la hora del recreo estuve observando muchísimas cosas. Me quise centrar en el proceso de socialización del alumnado del centro. Observé que es un proceso normal, es decir, los críos de primero y segundo se juntan entre ellos a la hora de jugar, los de segundo igual y los de tercer ciclo igual. La verdad es que no observé ningún aspecto relevante que me hiciera reflexionar, ni tampoco centrar mi atención en ello.

Sin embargo, hoy conocí en el patio a un muchacho de primero de ESO de un instituto y antiguo alumno del centro. El chaval estaba ahí porque estaba de huelga y quiso visitar a sus antiguos profesores/as. Esto me hizo recordar mis tiempos de estudiante. La verdad es que yo casi nunca fui a visitar a mis profesores. ¿Por qué? Porque tampoco guardaba muy buen recuerdo a muchos de ellos. Sinceramente, no me marcaron tanto como para ir a visitarles, solo algunos pocos. El chico me comentó que él había venido para saludar a sus profesores y que los echaba mucho de menos. La verdad es que fue un acto muy emotivo por su parte. Me gustó y me llamó bastante la atención.

Ya hablando sobre la metodología, me gustaría destacar que hoy dieron un poco de matemáticas, prosiguieron con el trabajo de lenguaje, unos cuantos se llevaron a los de quinto al huerto a plantar y también dieron una sesión de Educación Física.

Con respecto a las matemáticas, estuvieron repasando las potencias en la pizarra digital y corrigiendo algunos ejercicios. Tras realizar esto, el alumnado se puso a hacer nuevos ejercicios y yo me encargué de Raúl. En general la clase había realizado correctamente los ejercicios y vi que sí, que no iban nada mal. Por otra parte, el problema de Raúl es que no había hecho los ejercicios ni tampoco los entendía, por lo tanto, tenía que volver a explicarle qué es una potencia y ayudarle a realizarlas correctamente.

Cuando estaba sentado junto a él observé que estaba muy desmotivado. Apenas tenía interés por prestar atención, no copiaba, tampoco miraba al libro cuando se le pedía. Estaba ante un caso extraño. Nada más empezar a hacer los ejercicios vi que el chico apenas tenía mucha idea. Le estuve ayudando en todo momento y animándole para que lo hiciera bien.

En lenguaje se pasaron todo el rato corrigiendo el resumen de la noticia que habían realizado el día anterior. Lo que me llamó la atención fue que no se corregía de manera colectiva o de uno en uno en público sino que yo, mi compañera de prácticas y el tutor de clase íbamos uno por uno a ayudarles a corregir lo que habían realizado.

Yo el proceso de corrección que llevé a cabo era aquel en el que el alumnado tenía que pensar sobre sus errores. El objetivo era que ellos detectaran el error, averiguasen por qué estaba mal y luego corregirlo, proporcionándoles yo un feeback sobre la tarea. La verdad es que con todos los alumnos y alumnas que estuve haciendo esto fue genial.

Esta tarea me vino muy bien para poder practicar el método por indagación, como así lo llamo yo. Resulta muy productivo para el alumnado porque mejora su capacidad de aprendizaje, desarrollando la competencia de autonomía e iniciativa personal y también la de aprender a aprender.

Antes del recreo se fueron a Educación Física. Allí conocí al docente de esta especialidad, que fue la que estudié y más pasión siento por ella. Estuve haciéndole unas cuantas preguntas sobre su metodología, la cual estaba basada en deportes alternativos y el uso de materiales reciclabes. Me llamó mucho la atención porque básicamente mi programación en esta área se centra en lo mismo, así que compartía muchísimas ideas con el docente de Educación Física.

Sinceramente, me emocioné al conocer que alguien tenía la misma pasión y gustos que yo con respecto al área de Educación Física. Pero lo que más me llamó la atención es que, al ser una clase en teoría conflictiva se comportaban bastante bien. Apenas había conflictos y la participación en clase era buena.

Durante mi charla con el docente de Educación Física me llamó mucho la atención su concepción sobre la educación. “La verdad es que muchos de los que entran en la docencia se acomodan muy pronto. Desgraciadamente esto hace que gente nueva, pero con ideas muy buenas, no saquen plaza y sus ideas podrían haber sido muy enriquecedoras para la educación”. Cuando me comentó aquello me sentí totalmente identificado ya que he hecho dos veces las oposiciones y en la segunda me tacharon casi de loco por proponer una actividad algo más innovadora. “La educación hay que sentirla y amarla. Lo que no puede ser es que las aulas sean como islas. Tampoco puede ser que se aplique una educación de hace 50 años, ¿a ti te gustaría que te aplicaran la medicina de hace 50 años?” Sinceramente, sus palabras me conmovieron bastante y me sentí totalmente identificado con la práctica docente de este maestro. Eso sí, me quedo con el momento en el que un niño de primero llegó al patio y ambos se fundieron en un abrazo. En ese mismo momento me dijo que a él de pequeño le hubiese gustado que algún profe le hubiese abrazo a él también.

Ya por último me gustaría destacar que hoy también fuimos al huerto. Esta vez fui yo solo con el alumnado y bueno, a pesar de que no tenía mucha idea de dónde se colocaban las lechugas malagueñas creo que la pusimos bien. La rutina de plantar plantas fue igual que el día anterior. La verdad es que esto es un proceso dinámico, que rompe mucho con la rutina diaria de clase y hacen que los niños desconecten un poco y hagan algo más entretenido echándole una mano a sus compañeros y compañeras a la hora de plantar en el huerto.

A modo de conclusiones finales del día, me gustaría decir que voy conociendo más y más la rutina del colegio y ya puedo ir intervenir mucho más. Gracias a la observación de las tareas, la evaluación a través de la observación, el diálogo con el alumnado, la participación con el alumnado en los juegos del recreo, etc. estoy integrándome muy bien y eso me hará que me gane la confianza y el respeto del alumnado. Espero que así sea y que la semana que viene pueda intervenir aún más. Mañana, pasado mañana y el viernes no podré asistir porque tengo un Congreso Internacional de las TIC’s en la UMA. Seguramente eche de menos el centro, pero bueno, ya volveré.