Mi primer gran aprendizaje relevante

En los primeros días de clase con Kiko y Miguel, recuerdo que tuvimos un confrontamiento intelectual y emocional. La situación surgió a partir de tratar las diferencias entre el enfoque positivista y el interpretativo.

Daba la sensación de que hubiera una especie de guerra entre ambos enfoques. Yo sentía entonces, que fruto de esa guerra, ninguno de ellos aprovechava las posibles ventajas del otro para poder complementarse, pudiendo construir a partir de ello un nuevo modelo, o usar una combinación complementaria de ambas para generar conocimiento.

Mi intención era la de poder diseñar investigaciones que combinando ciertos rasgos del enfoque experimental y del interpretativo, generaran un conocimiento que avalara ciertas innovaciones educativas, con la esperanza de que de esta manera, una vez probada la contribución que estas innovaciones tienen a la hora de generar aprendizajes significativos y relevantes, así como de desarrollar competencias; se extendieran de manera generalizada al sistema educativo.

Lo que ocurre es que mi manera de ser, en muchos aspectos es de ver los diferentes puntos de vista, y cómo a veces no hacen más que mostrar diversas perspectivas con sus respectivas verdades. Por ello, trato de hacer una síntesis personal de esas contradicciones internas y dilemas, lo cual no quiere decir que me sitúe en el centro, ni política ni epistemolóigicamente. Simplemente no me siento bien en los moldes cerrados. Es el ser de mi persona, mi personalidad, la manera de ser de mi cerebro. Algo que va más allá de las ideas.

En aquel entonces, mi tozudez, prepotencia y cabezonería, me llevaron a no escuchar, a quedarme en mi postura. No era muy consciente de que lo que estaba ocurriendo es que dentro de mi estructura cognitiva se estaba produciendo un quiebre, una ruptura, una deconstrucción. Agradezco infinitamente a Miguel y Kiko que acompañaran ese proceso, y que tuvieran sensibilidad como para dejar que las tensiones y los errores se quedaran en el pasado, como procesos propios de esa ruptura de esquemas.

Miguel entonces me dijo que le gustaría saber si después de todo el módulo, seguiría pensando lo mismo. Efectivamente, al terminar, con los conceptos mucho más afianzados, comprendí lo que entonces me decían estos grandes maestros. También, con el tiempo, he sido consciente del privilegio que supone el haber tenido contacto con personas que cuestionan el estatus quo epistemológico, y construyen otros mundos posibles, esclareciendo su posicionamiento político y espistemológico.

Con los años y la madurez, he ido poco a poco conociendo y canalizando mi personalidad, creciendo con ese proceso. En el camino, gran parte de ese crecimiento ha sido fruto de mis errores. Errores como el de acaparar un tiempo y un espacio que eran colectivos; de empecinarme en defender mi punto de vista hacia el exterior, cuando podría habérmelo guardado en mi fuero interno; de no tener paciencia y capacidad de escucha para entender qué podían aportarme Miguel y Kiko (que fue mucho, pero mucho).

A pesar de todo, no me arrepiento, porque considero que esta fue una situación de gran valor educativo, en la que he aprendido cosas importantes, a nivel epistemológico, pero sobretodo a nivel personal.

Me prometí a mí mismo que a partir de ese momento tomaría varias determinaciones: Una, escuchar más y mejor (tener más paciencia en definitiva); dos, escribir mis dudas y objeciones en mi cuaderno, para luego contrastarla a la luz de investigaciones posteriores; y tres, conocer mejor cada uno de estos enfoques, y aprender a usar los términos propios de cada una de ellas con rigurosidad y precisión (hasta donde sea posible).

Así que posteriormente, eso hice. Comencé a indagar sobre estas cuestiones, y llegué a varias conclusiones:

- Hay que aprender a usar la terminología propia de cada uno de ellos. Así, fue un error hablar de generalización, cuando en realidad más bien quería decir una alta transferibilidad.

- Encontré otro concepto que podía superar al de objetividad. Este concepto tiene que ver con que dentro de que no creo en la objetividad como tal, y mucho menos en tanto que intermedia el ser humano; sí que puede ser cierto que existen cosas comunes entre las personas, incluso de manera universal. Así, pues, más que objetividad, mi intención es pues descubrir qué elementos comunes entre las personas podemos tener en cuenta para construir contextos educativos más enriquecedores, que propicien un desarrollo integral y autónomo de las personas.  A pesar de esos elementos comunes, es también muy posible que en determinados contextos y con determinadas personas no siempre se cumplan, puesto que la diversidad entre las personas es enorme. Esto hay que tenerlo en cuenta, ya que es una de las razones de diferencias entre capacidad de generalizar y de transferibilidad. Además, en el caso de que encontráramos esos elementos comunes que propician dicho desarrollo, y los avaláramos científicamente; una extensión impuesta de reformas más o menos radicales (en el sentido de ir a la raíz), quizás no produzca un resultado deseado; pues como bien sabemos en el campo de la Educación, la posibilidad de cambio, reside, en definitiva, en las personas y en los contextos particulares.