Un viaje hacia el interior

 

Máster en Políticas y Prácticas de Innovación Educativa.
Reflexión final

                Después de unos intensos meses compartiendo vivencias con mis compañeros y compañeras toca hacer balance. Miro hacia mi interior y veo que la persona que soy hoy es distinta a la que el pasado octubre comenzó esta aventura educativa.  En las próximas líneas trataré de sintetizar cómo he vivido este viaje de crecimiento personal y profesional. Una experiencia  única de reflexión y transformación por la que considero que toda persona relacionada con ámbito educativo debería pasar.

 

Prólogo

            Comenzaré la reflexión desde mi punto de partida como docente. Me enfrenté a la primera clase como profesor siendo aún muy joven y casi por casualidad. Aún recuerdo las sensaciones de aquella primera hora en un caluroso día de septiembre ante un grupo de primero de Bachillerato. Tenía veinticinco años, un título de Licenciado en Administración de Empresas y, aunque había obtenido el CAP, sentía que no estaba preparado para ser profesor.

            Me dejé llevar por la corriente, era el modelo que conocía y con el que había crecido. El profesor se sitúa delante de los alumnos y transmite el conocimiento que viene en el libro de texto. Días después los estudiantes reproducirán de la manera más fiel posible lo memorizado, luego serán calificados. En clase se dictan apuntes y los alumnos toman nota en silencio, cada uno centrado en su tarea, acompasados. Individualismo y competitividad en estado puro.

            A pesar de todo hoy, después de reflexionar, sé que hice al menos dos cosas bien en mis primeras clases: Por un lado intenté escuchar a los alumnos y respetarlos como persona, y por otro lado traté de conectar la materia que impartía con el mundo real para darle un sentido que los estudiantes pudieran apreciar.

            Sólo estuve dos cursos en ese colegio privado pero, sin duda, fue la experiencia profesional más interesante que he vivido. En ese tiempo comprobé la importancia de la Educación en la sociedad, la responsabilidad que conlleva ser docente y la grandeza de poder ayudar a otras personas a crecer.

            Cambié de profesión en varias ocasiones, aunque siempre he estado ligado a la formación de alguna manera. Hoy día, a punto de cumplir los cuarenta, me planteo volver al sistema Educativo con la sensación, tras pasar por este Máster, de estar mucho más preparado para afrontar esa importante responsabilidad y con la idea de construir algo positivo.

            En 2009 decidí sacarme un segundo título universitario: el Grado de Maestro en Primaria, que cursé en la modalidad on-line y que finalicé en septiembre de 2012. En ese tiempo descubrí dos temas que me atraían especialmente: La Inteligencia Emocional y las Nuevas Tecnologías aplicadas a la Educación. Con la motivación de seguir ahondando en estas materias decidí inscribirme en el Máster de Innovación Educativa, donde encontré mucho más que respuestas a mis preguntas. Me encontré a mí mismo como docente, el verdadero sentido de la Educación y un grupo humano excepcional, tanto de compañeros y compañeras como de profesores y profesoras que hicieron que cada tarde fuera única.

Sólo sé que no sé nada

           Dentro del Máster, el primer impacto me lo llevé en las clases del módulo de Investigación Cualitativa donde los profesores Kiko Murillo y Miguel Sola consiguieron romperme esquemas sobre el papel de un investigador ante un fenómeno. Como soy economista el enfoque que traía estaba centrado en valores numéricos, impersonales, independiente de las opiniones y vivencias de los sujetos. Me costaba entender al principio, como decía Kiko, que no había blancos y negros, sino infinitas tonalidades de grises que humanizaban una investigación.

            Reconozco que los primeros días estaba muy perdido en esa asignatura. Partir de una situación práctica dándome cuenta de mis limitaciones me hizo sentir incómodo. Me sacaron de mi zona de confort, pero a la vez me ofrecieron la oportunidad de aprender desde la experiencia y en interacción con mis compañeros.

             De ese módulo me quedo, sobre todo, con el ejemplo que transmitieron los profesores con su propia práctica, y que valoré fundamentalmente en dos aspectos: las exposiciones y el trabajo de investigación en clase.

            La “puesta en escena” o cómo se cuentan las cosas, es un elemento esencial en la comunicación, es una manera de hacer más interesante el mensaje que se trata de transmitir, de motivar al receptor. Kiko y Miguel perfeccionaron la exposición en equipo siendo un ejemplo de trabajo colaborativo. Se complementaban de manera que parecía que hubieran estado ensayando durante horas cada sesión.

            La manera en la que nos hicieron enfrentarnos a las investigaciones también me pareció muy positiva. Nos proponían trabajar en equipo planteándonos una caso de investigación cualitativa que teníamos que discutir y resolver en grupo, luego expondríamos los resultados ante la clase creando entre todos el modelo de investigación.  

Reconstruirse

            Meses antes de comenzar el Máster me encontré por casualidad un modelo metodológico que me llamó especialmente la atención. Combinaba Nuevas Tecnologías y educación personalizada, y daba cabida a la inteligencia emocional y el trabajo cooperativo. Se trataba de “Flipped Classroom”. Me pareció que por fin se daba un uso  las TIC´S en la escuela de una manera en la que verdaderamente aportaban algo distinto y valioso.

            Una vez en el Máster apareció Ángel Pérez, quien consiguió con sus clases y lecturas removerme interiormente y platearme y replantearme cuestiones a las que creía tener la respuesta antes de haber comenzado su módulo.

            Hizo que percibiera de una manera distinta el concepto de Educación, desvelándome argumentos que vertebraban, reforzaban y daban sentido a “Flipped Classroom” o “clase invertida”, como me dijo que le gustaba más llamarlo.

            El aprendizaje autónomo y ubicuo, la importancia de las emociones, el trabajo cooperativo, los nuevos roles del alumno y del profesor, la evaluación educativa frente a la calificación, la creatividad, el desarrollo holístico de la persona, el diálogo y la reflexión frente a la memorización y la reproducción, el estudiante como protagonista, la creación de contextos educativos… eran elementos de una escuela distinta a la que conocí como alumno y posteriormente como profesor ,y que formaban parte ese modelo de clase invertida que me había convencido y sobre el que finalmente decidí realizar mi TFM.

             Considero que la escuela no se ha adaptado a los continuos cambios que experimenta la sociedad en la que vivimos y por tanto es necesario un nuevo enfoque. En mi opinión la clase invertida podría ayudar a los alumnos a “educarse en la era digital” y a los profesores a encontrar una nueva manera de enriquecer su profesión.

El sentido de la escuela

            Debo reconocer que disfrutado en todas y cada una de las experiencias de innovación educativa que expusieron las compañeras y compañeros y tengo que agradecerles que me ayudaran a volver a convertirme por momentos en aquel niño que lo pasaba en grande pintando, haciendo figuras de plastilina o bailando coreografías.

            Después de participar en estas excelentes presentaciones ha cambiado mi percepción sobre el papel que juega la etapa de infantil en el sistema educativo: los niños se mueven libremente, aprenden jugando, pintan, modelan, cantan y bailan,… viven. Luego llega la escuela primaria y los manda callar, los separa, les pone timbres que marcan el fin de cada actividad, les otorga un número en función de su desempeño en el juego de memorizar y reproducir, les marca un único camino para resolver un problema… En secundaria nada cambia, el currículo de talla única condiciona el devenir del sistema, los centros educativos no son lugares para que las personas sean  felices.

            Esas experiencias y el testimonio de las personas que han pasado por el Máster: Compañeros, profesores y conferenciantes me han dejado más claro que una escuela distinta es posible, que es un ente vivo y que depende de la voluntad de todas las partes implicadas lograr la transformación hacia un lugar para convivir y crecer juntos.

Agua

            Precisamente con la idea de que la escuela debería ser un lugar para ser feliz comenzó Miguel Ángel Santos su primera clase, ya en enero, sobre evaluación educativa. Con esa proposición y unos caramelos nos conquistó a todos desde el primer momento. En cada historia que nos contaba, cada dinámica que realizaba o cada artículo que entregaba nos demostraba que ser docente es una profesión única, la más importante, porque ayudamos a cada persona a construirse a sí misma.

            De él me marcó especialmente la metáfora sobre el proceso de enseñanza-aprendizaje y el agua, que simboliza el conocimiento. Decía algo así como que el profesor no tiene la misión de llenar con el agua de su jarra el vaso del alumno que tenía sed; sino enseñarle a encontrar manantiales, procurar que cada estudiante supiera  determinar si el agua está contaminada o no y, para mí lo más importante, que el alumno fuera capaz de compartir su agua con otros que también estuvieran sedientos.

            Ahora pienso que fui un privilegiado por poder compartir junto a mis compañeras y compañeros las clases de Miguel Ángel Santos Guerra, alguien que aporta corazón al mundo de la educación y donde disfrutamos de tardes inolvidables. Las dimensiones emocional y humana estaban muy presentes en cada palabra que utilizaba para llegar a nosotros.

Buscando sinergias

             En el mundo de la empresa se utiliza mucho el término sinergia (que en griego significa cooperación) en el sentido de que el” todo” es más que la suma de las partes. En el módulo que impartieron Encarna Soto y Mª José Serván las sinergias estaban muy presentes.

             En una actividad tan sencilla, pero a la vez tan profunda, como la de mantener en el aire globos de  colores sólo tenías que pararte a pensar un momento para encontrar la riqueza que atesoraba: el trabajo cooperativo, la humildad de pedir ayuda, la generosidad de ofrecerla, cómo se afronta una situación de estrés, cómo se establecen las relaciones en un grupo, cómo se toman decisiones en equipo…

             En este módulo nos presentaron dos modelos desconocidos para mí hasta entonces que me sorprendieron gratamente: Por un lado el concepto de comunidades de aprendizaje. Conseguir que la escuela fuera el centro neurálgico de la vida de una comunidad donde cooperaban como iguales familias, alumnos, profesores e instituciones me pareció algo extraordinario. Un centro educativo se transformaba en un espacio para convivir, para crear y para crecer.

            Por otro lado el descubrimiento de las Lesson Studies de nuevo fue un soplo de aire fresco. La idea de que los docentes por fin trabajaran en equipo y  tuvieran la humildad de dejarse evaluar por sus semejantes para mejorar su práctica me pareció un concepto que podría ayudar a dar un salto cualitativo en la Educación. Sinceramente espero que pronto se hagan populares en nuestro país.

            Posteriormente, en  el módulo de Pilar Sepúlveda abordamos dos de los elementos principales de las Lesson Studies: la reflexión y el diálogo. En su materia reflexionamos de manera individual y colectiva sobre nuestras prácticas, convirtiendo cada clase en una verdadera terapia de grupo donde expresamos sin inhibiciones nuestros sueños, pensamientos, temores, retos, frustraciones y vivencias en el mundo de la Educación, fue un agradable espacio de encuentro donde aprendimos todos de todos.

Mis compañeros de viaje

            En mi última reflexión valoro por encima de todo el excelente grupo de compañeros y compañeras, profesores y profesoras con los que he compartido estos meses y que han hecho el Máster haya significado una experiencia vital para mí. Cada uno ha aportado al grupo un valioso granito de arena en forma de generosidad, valentía, dulzura, compromiso, profesionalidad, sacrificio, humildad, creatividad, empatía, humor,  sensibilidad artística, amor, sencillez, amistad, transgresión, paciencia, ternura, sabiduría, tesón, simpatía, espíritu de lucha, energía positiva, capacidad de superación, carisma, inteligencia, osadía, frescura, ímpetu, profundidad, colaboración, atención , respeto, justicia, humanidad, …

            Las redes sociales nos han mantenido en contacto e iniciativas como la  futura asociación de profesores innovadores espero que sirvan para reforzar lazos y ser una plataforma para comenzar un proceso de revolución. Ojalá esta propuesta ayude a difundir ideas y experiencias de innovación educativa como las que hemos conocido y vivido en el Máster, y se convierta además en un punto de encuentro para que los docentes que se arriesgan realizando proyectos innovadores no se sientan aislados.

            Que el final de esta etapa sea sólo el comienzo de otra mejor. Muchas gracias a todas los que me habéis acompañado en el viaje y me habéis ayudado a seguir creciendo.