Uno cuando lee los textos que ha leído sobre el sentido en la escuela, el sentido de la relación entre docente y alumnado (Pepe Contreras), el sentido que le da el alumnado exitoso y las claves de un buen docente (Nieves), etc. a la cabeza le vienen aquellos comentarios que siempre ha hecho la gente sobre el sistema educativo y el alumnado.

Siempre se tiende a tachar al alumnado actual como los peores de todos los tiempos, los más vagos, los más gandules y los más macarras. En absoluto es cierto esto. Esta idea de que el alumnado de hoy en día es peor que el de mi generación, por ejemplo, pienso que es una opinión cegada por la melancolía, la nostalgia y la añoranza de nuestra época de mozo. Sí, el cerebro y la memoria selectiva suele quedarse con los mejores momentos que uno ha vivido, desecha todo aquello que no considere agradable, por lo tanto, solemos olvidar antes las malas experiencias y recordar más las buenas. Pero no solo eso, sino que también cuando uno es crío se fija menos en lo que hacen sus compañeros/as y por lo tanto desconoce si todos estaban motivados o había muchos gandules en clase.

La subjetividad y el vínculo afectivo hacia aquellos "gandules" también hace mella y es que a Pepe del kiosko no lo veíamos como un vago, ni tampoco veíamos como algo grave que se metiera un poco con el profe. Ahora, si vemos al hijo de Pepe hacer eso en clase, ponemos el grito en el cielo.

Toda esta reflexión me ha venido a la cabeza gracias a la canción escrita por Loquillo y los Trogloditas, donde se puede ver a un Loquillo joven, macarra y desinteresado por todo aquello que se daba en clase. Él no soportaba la gimnasia ni el francés, ni tampoco las ciencias y el inglés; solo quería vagabundear y sentarse en el pupitre de atrás.